La Razón, incluida por supuesto la Razón literaria, no sueña: piensa. Los monstruos no son hijos de la Razón, sino del irracionalismo, de la mitología y de la teología, de la sofística y de la verborrea, de la retórica sin contenidos materiales y de las ideologías de ignorantes y nigromantes de todo tiempo y lugar (cuyo número, como comúnmente suele decirse, es infinito).
Ideas desconectadas
El irracionalismo triunfa cuando las ideas se distancian o separan del mundo real, cuando el conocimiento se construye sobre ideas desconectadas, migratorias, peregrinas, no relacionadas racionalmente entre sí, separadas del todo del que forman parte, desustancializadas, hipostasiadas, teologizadas, ubicadas en un trasmundo, en un limbo o en un espacio nihilista, es decir, en una ficción.
Jesús G. Maestro. Contra la Musas de la Ira
Engañar al público
Proponer y probar opiniones singulares sólo por ostentar ingenio, téngolo por prurito pueril, y falsedad indigna de todo hombre de bien. En una conversación se puede tolerar por pasatiempo; en un escrito es engañar al público. La grandeza del discurso está en penetrar, y persuadir las verdades; la habilidad más baja del ingenio es enredar a otros con sofisterías.
Benito Jerónimo Feijoo. Teatro Crítico Universal
Ni la libertad ni la razón
Es un hecho evidente que los seres humanos actúan y se comportan no tanto de acuerdo con sus ideas sino sobre todo según sus necesidades e intereses materiales. De hecho las ideas suelen ser con frecuencia objeto de traición inmediata ante las necesidades y voliciones materiales más urgentes. Las menos urgentes permiten traiciones más sofisticadas.
Sin embargo, el individuo se niega con frecuencia a reconocer sus vínculos materialistas, pese a que sin ellos no podría vivir en absoluto. La masa se niega incluso a reflexionar sobre tales vínculos. En ella siempre prospera alguna forma de creencia. La masa no quiere ni la libertad ni la razón, sino sus respectivas experiencias ficticias: la utopía y la religión. Cimientos de Babel, arquitectura de la Posmodernidad. Vayan ambas con el diablo.
Jesús G. Maestro. Contra la Musas de la Ira
En la posmodernidad contemporánea
La razón es, pues, una facultad constituyente de criterios capaces de construir, comunicar e interpretar, una realidad compartida, por supuesto socialmente, y siempre de forma sistemática, causal y lógica. El egoísmo colectivo que pretende negar ―gremial o individualmente― esta realidad compartida, emulsionarla y descoyuntarla, a la que de forma real y efectiva nadie puede sustraerse ni negarse, si no es por la puerta de la locura, el irracionalismo y la utopía, encuentra en la posmodernidad contemporánea una de sus más intensas manifestaciones.
Jesús G. Maestro. Contra la Musas de la Ira
La razón y la emoción
Sin que apenas lo notemos nuestros razonamientos están continuamente impregnados de las emociones que ellos mismos y nuestras percepciones, experiencias y prejuicios suscitan. Las emociones son siempre una fuente interesada de nuevos razonamientos. La permanente interacción entre la razón y la emoción, entre el cerebro racional y el cerebro emocional, influye en nuestra conducta con más fuerza de la que solemos admitir.
Pero aunque las emociones determinen nuestro comportamiento, ellas mismas son casi siempre subsidiarias y servidoras de la razón, que es quien las suele generar en su provecho. Eso significa que los buenos argumentos racionales son capaces de modificar los sentimientos de las personas y ponerlos así de su parte. En realidad, nunca estamos satisfechos con nosotros mismos hasta que nuestros sentimientos encajan en nuestros razonamientos, y viceversa.
Ignacio Morgado. Emociones corrosivas
El último muro
Es importante desenmascarar el diálogo entre feministas institucionales y misóginos, ya que éste eclipsa la libertad de las mujeres. Ni dominadas, ninguneadas y humilladas por la misoginia, ni maternadas por el feminismo institucional. Algunas no nos doblegaremos en la batalla final por ser reconocidas como adultas y últimas responsables de nuestras decisiones, y por lo tanto, reconocidas como las únicas detentoras de soberanía plena para tomarlas. Ni machismo, ni tutelaje feminista. Ese encuentro entre extremos, hipócritamente planteado con la apariencia de irreconciliable, es el último muro que debemos derrumbar las mujeres libres.
Leyre Khyal. Prohibir la manzana y encontrar la serpiente: Una aproximación crítica al feminismo de cuarta generación
Ni culpables ni víctimas
La misoginia consiste en decir que las mujeres son culpables de todo, y el feminismo institucional se parece a ella cuando afirma que las mujeres son víctimas siempre. Se echa de menos un discurso que dibuje a la mujer con soberanía para conquistar y ejercer el poder sobre su propia vida. Ni culpables ni víctimas. Responsables. Asumamos que tomamos decisiones y conocer el efecto de éstas es el único camino hacia la verdadera libertad.
Leyre Khyal. Prohibir la manzana y encontrar la serpiente: Una aproximación crítica al feminismo de cuarta generación
Es una responsabilidad de las adultas
¿Qué nos enseñan las «putas»? Nos muestran el corazón de las relaciones sociales, aquello contra lo que se levantan. Por eso una mujer que se apropie de su sexualidad y la exhiba siempre será peligrosa a ojos de los demás y tendrá que asumir el riesgo de que el entorno la castigue, pues aún quedan conquistas que no pasan por los discursos ni las políticas, sino por posiciones que sólo las mujeres pueden tomar, sin nadie que las tutele. Ante las mujeres sexualmente poderosas el resto de mujeres se sienten profundamente impotentes. Aquí no hay sororidad que valga. Las mujeres jóvenes tienen que saber esto, sobre todo aquellas que son bellas y exuberantes. Es una responsabilidad de las adultas explicar honestamente estas dinámicas que al contrario, las feministas olvidan, o directamente hacen creer en lo contrario.
Leyre Khyal. Prohibir la manzana y encontrar la serpiente: Una aproximación crítica al feminismo de cuarta generación
El amor es la antítesis y el antídoto
No es cierto que todas las personas han desarrollado su capacidad de amar y es habitual que quien dice amar a muchos, en el fondo, no ama a nadie, posición, por cierto, más respetable que la de la mayoría sometida a insoportables relaciones de parasitismo y cobardía de las que no saben cómo liberarse. Así que nos atrevemos a defender que el amor es una actitud crítica ante lo contundente y es por eso por lo que en estos tiempos nuestros el amor es la antítesis y el antídoto definitivo contra la inmediatez que precede la mediocridad.
Leyre Khyal. Prohibir la manzana y encontrar la serpiente: Una aproximación crítica al feminismo de cuarta generación