Si se pusiesen delante de los ojos de cada hombre los dolores y los tormentos espantosos a los cuales está continuamente expuesta su vida, ante esta vista quedaría yerto de espanto. Y si se condujese al optimista más entusiasta a través de los hospitales, lazaretos, cámaras de tormento quirúrgico, prisiones y lugares de suplicio; de las ergástulas de esclavos, de los campos de batalla o de los tribunales de justicia; si se le abriesen todas las obscuras guaridas donde se oculta la miseria huyendo de las miradas de una curiosidad fría, y en fin, si se le dejase mirar dentro de la torre del hambriento Ugolino, entonces de seguro que acabaría por reconocer de que clase es este mundo al que llaman el mejor de los mundos posibles.
Arthur Schopenhauer. El amor, las mujeres y la muerte