Nuestro mundo civilizado no es más que una gran mascarada. Encuéntranse allí caballeros, frailes, soldados, doctores, abogados, sacerdotes, filósofos y no sé que más aún. Pero no son lo que representan; son simples máscaras, bajo cuyos disfraces se ocultan la mayoría de las veces buscadores de dinero. Desde este punto de vista, la única clase honrada es la de los comerciantes, únicos que se presentan como son y andan a cara descubierta. Por eso los han puesto en lo más bajo de la escala.
Arthur Schopenhauer. El amor, las mujeres y la muerte