Igual que se tiene idea de lo que son las viandas cocidas y otros alimentos semejantes, al decir que esto es un cadáver de pescado, aquello un cadáver de pájaro o de lechón; o también que el falerno no es más que el zumo de un género de uva; la toga pretexta, lana de oveja teñida en sangre de marisco; y por lo respectivo al placer del amor, que no es éste más que un contacto de nervios y excreción de humor, acompañado de una convulsión; igual que estas ideas alcanzan de lleno los mismos objetos y penetran en su interior, de suerte que se ve lo que son en realidad; del mismo modo conviene obrar en todo el discurso de la vida.
Al parecerte los objetos acreedores a la más honda confianza, despójalos, observa en el fondo su ruindad, y arráncales esta corteza de que se glorían. Que es el orgullo un peligroso sofista, y cuando piensas dedicarte más que nunca a las cosas graves, es cuando mayormente te engaña.
Marco Aurelio. Meditaciones