Se debe encontrar también la forma. No basta con que a uno le salga de lo más profundo bendecir cualquier obviedad. Antes que nada hay que aparentar, en cada momento, que uno descubre la Luna de las Buenas Obras. Pensar “con corrección” es una especie de ciencia. Pensar “con corrección” es pensar bien pero con bastante virulencia aparente como para que el auditor o el lector tengan la impresión de que uno piensa por sí solo, y sobre todo muy peligrosamente, contra enemigos terribles, con una valentía inigualable.
Philippe Muray. El Imperio del Bien