El sabio encuentra motivos para ser feliz con todo; el ignorante no se satisface con nada.
Jacobo Gringberg Zylberbaum. Fluir en el sin yo
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
El sabio encuentra motivos para ser feliz con todo; el ignorante no se satisface con nada.
Jacobo Gringberg Zylberbaum. Fluir en el sin yo
El botín del reciente imperialismo tecnológico ha sido enorme; pero mientras tanto la némesis se ha encargado de que tuviéramos los disgustos con los gustos. Por ejemplo: la posibilidad de viajar en diez horas de Nueva York a Los Ángeles, ¿ha dado a la raza humana un placer superior al dolor producido por el lanzamiento de bombas y fuego? No hay método conocido para computar la cantidad de felicidad o bondad esparcida por el mundo.
Lo que es obvio, sin embargo, es que las ventajas obtenidas por recientes adelantos tecnológicos —o, según la fraseología griega, por recientes actos de la húbris dirigidos contra la Naturaleza— van generalmente acompañadas de correspondientes desventajas, que las ganancias en una dirección llevan aparejadas pérdidas en otras direcciones, y que cuando obtenemos algo es siempre por algo. Nunca podemos determinar si el resultado neto de estos laboriosos asientos de debe y haber es un auténtico Progreso en virtud, felicidad, caridad e inteligencia. Por no poder determinarse nunca la realidad del Progreso, los siglos XIX y XX tuvieron que tratarlo como un artículo de fe religiosa.
Aldous Huxley. La filosofía perenne
Cuando creer en lo eterno resulta imposible, y sólo queda el pobre sustituto de creer en la creencia, los hombres buscan su felicidad en las alegrías temporales. Por mucho que traten de ocultarlo en las profundidades de sus mentes, son bien conscientes de que tales alegrías son inciertas y breves, y esto tiene dos resultados. Por un lado, existe la ansiedad de que uno pueda perderse algo, de modo que la mente se agita nerviosa y codiciosamente, revolotea de un placer a otro, sin encontrar reposo y satisfacción en ninguno. Por otro lado, la frustración de tener siempre que perseguir un bien futuro en un mañana que nunca llega, y en un mundo en el que todo debe desintegrarse, hace que los hombres adopten la actitud de «al fin y al cabo, ¿para qué sirve?».
En consecuencia, nuestro tiempo es una era de frustración, ansiedad, agitación y adicción a los narcóticos. De alguna manera hemos de aferrarnos a lo que podamos mientras podamos, e ignorar el hecho de que todo es fútil y carente de sentido. A esta manera de narcotizarse la llamamos nuestro alto nivel de vida, una estimulación violenta y compleja de los sentidos, que nos hace progresivamente menos sensibles y, así, necesitados de una estimulación aún más violenta. Anhelamos la distracción, un panorama de visiones, sonidos, emociones y excitaciones en el que debe amontonarse la mayor cantidad de cosas posible en el tiempo más breve posible.
Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad
La existencia humana, la vida del intelecto, significa una experiencia de esta melancolía y la capacidad vital de sobreponerse a ella. Hemos sido creados, por así decirlo, «entristecidos». En esta idea está, casi indudablemente, el «ruido de fondo» de lo bíblico, de las relaciones causales entre la adquisición ilícita del conocimiento, de la discriminación analítica, y la expulsión de la especie humana de una felicidad inocente. Un velo de tristeza (tristitia) se extiende sobre el paso, por positivo que sea, del homo al homo sapiens. El pensamiento lleva dentro de sí un legado de culpa.
George Steiner. Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento
La felicidad no es un bien que puede atesorarse; es una manera de pensar, un estado de ánimo.
Daphne du Maurier. Rebeca
Cuando haces el amor gastas energías y después te sientes feliz y no te importa nada. No pueden soportarlo que te sientas así. Quieren que estés a punto de estallar de energía todo el tiempo. Todas estas marchas arriba y abajo vitoreando y agitando banderas no es más que sexo agriado. Si eres feliz dentro de ti mismo, ¿por qué te ibas a excitar por el Gran Hermano y el Plan Trienal y los Dos Minutos de Odio y todo el resto de su porquería?
George Orwell. 1984
El placer es un dios falso. Las investigaciones muestran que la gente que enfoca su energía en placeres superficiales termina más ansiosa, más inestable emocionalmente y más deprimida. El placer es la forma más superficial de satisfacción vital y por ello es la más fácil de obtener y la más fácil de perder.
Sin embargo, nos venden el placer las 24 horas del día. Es nuestra obsesión. Es lo que usamos para desensibilizarnos y distraernos. Pero este placer, aunque sea necesario en la vida (en ciertas dosis), no es, en sí mismo, suficiente. El placer no es la causa de la felicidad; más bien es el efecto. Si haces todo lo demás bien (los otros valores y parámetros), entonces el placer llegará naturalmente, derivará de esto.
Mark Manson. El sutil arte de que (casi) todo te importe una mierda
En la época de mi abuelo, si te sentías mal contigo mismo pensabas: «Caray, hoy me siento como excremento de vaca…Pero, bueno, supongo que así es la vida. A seguir paleando la paja». ¿Y ahora? Si te sientes mal contigo mismo unos cinco minutos, eres bombardeado con 350 imágenes de personas totalmente felices, que viven unas vidas increíblemente fantásticas y es imposible no creer que tienes algún problema.
Esta última parte es la que nos mete en líos. Nos sentimos mal por sentirnos mal. Nos sentimos culpables por sentirnos culpables. Nos enfada estar enfadados. Nos pone nerviosos estar nerviosos. ¿En qué estoy equivocándome? Por esa razón es importante que las cosas te importen una mierda. Y eso es lo que salvará al mundo.
Mark Manson. El sutil arte de que (casi) todo te importe una mierda
Producimos no ya para satisfacción propia, sino con el propósito abstracto de vender nuestra mercadería; creemos que podemos lograr cualquier cosa, material o inmaterial, comprándola, y de este modo los objetos llegan a pertenecemos independientemente de todo esfuerzo creador propio. Del mismo modo, consideramos nuestras cualidades personales y el resultado de nuestros esfuerzos como mercancías que pueden ser vendidas a cambio de dinero, prestigio y poder.
De este modo, se concede importancia al valor del producto terminado en lugar de atribuírsela a la satisfacción inherente a la actividad creadora. Por ello el hombre malogra el único goce capaz de darle la felicidad verdadera —la experiencia de la actividad del momento presente— y persigue en cambio un fantasma que lo dejará defraudado apenas crea haberlo alcanzado: la felicidad ilusoria que llamamos éxito.
Erich Fromm. El miedo a la libertad
Muchos de nosotros podemos percibir en nosotros mismos por lo menos algún momento de espontaneidad, momentos que, al propio tiempo, lo son de genuina felicidad. Que se trate de la percepción fresca y espontánea de un paisaje o del nacimiento de alguna verdad como consecuencia de nuestro pensar, o bien de algún placer sensual no estereotipado, o del nacimiento del amor hacia alguien…, en todos estos momentos sabemos lo que es un acto espontáneo y logramos así una visión de lo que podría ser la vida si tales experiencias no fueran acontecimientos tan raros y tan poco cultivados.
Erich Fromm. El miedo a la libertad