Torturado por su visión de las almas de los condenados en los días que pasó en el Infierno, Lázaro no volvió a sonreír durante los treinta años que vivió luego de su resurrección. Una sola excepción: vio a un hombre robar un jarro y no pudo contener la risa. La arcilla roba la arcilla, dijo.
Benjamín Labatut. Después de la luz