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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases de Liberalismo

La esencia real del Estado

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Rousseau concibe el Estado como un contrato social, mientras que Carey atribuye el origen de este a una banda de ladrones. Platón y los seguidores de Karl Marx dotan al Estado de omnipotencia, convirtiéndolo así en señor absoluto por encima de los ciudadanos en todos los ámbitos tanto políticos como económicos. Por su parte, Platón incluso va más lejos y desea que incluso las relaciones sexuales queden reguladas por el Estado. Por otro lado, la escuela de Manchester, alcanzando el extremo opuesto del liberalismo, defiende que el Estado solamente debería realizar funciones policiales de suma necesidad y, por ello, daría lógicamente como resultado un anarquismo científico que debería acabar con el Estado en su totalidad. Desde estos puntos de vista tan diversos y conflictivos, resulta imposible establecer un principio fijo ni formular un concepto satisfactorio sobre la esencia real del Estado.

Franz Oppenheimer. El Estado: Su historia y evolución desde el punto de vista sociológico

Los competidores rechazados

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Cualquiera que tenga éxito en una profesión muy concurrida o en un concurso; cualquiera que sea preferido a otro en algo que deseaban dos personas a la vez, se beneficia de la pérdida y de los esfuerzos frustrados y la decepción que otros sufren. Pero es cosa admitida por todos, que vale más, en interés general de la humanidad, que los hombres persigan sus objetivos sin dejarse desviar por tal suerte de consecuencias.

En otros términos: la sociedad no reconoce a los competidores rechazados ningún derecho legal o moral a quedar exentos de esta clase de sufrimientos; y sólo se siente llamada a intervenir cuando los medios empleados para lograr el éxito son contrarios a los que el interés general permite, es decir, el fraude o la traición, y la violencia.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Nadie debe dar cuenta de sus actos

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El individuo no debe dar cuenta de sus actos a la sociedad, si no interfieren para nada los intereses de ninguna otra persona más que la suya.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Los malos obreros

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He aquí una opinión muy extendida: los malos obreros (que constituyen mayoría en muchas ramas de la industria) profesan, decididamente, la opinión de que ellos deberían tener las mismas ganancias que los buenos, y que no se debería permitir que nadie, ni por habilidad ni destreza, ganase más que los demás. Y ellos emplean una policía moral, que llega a ser a veces una policía física, para impedir que los obreros hábiles reciban, o que los patrones den, una remuneración mayor por mejores servicios.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Adoptar la lógica de los perseguidores

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A menos que queramos adoptar la lógica de los perseguidores, y decir que nosotros podemos perseguir a los demás porque tenemos razón, y que ellos no deben perseguirnos porque están equivocados, sería necesario guardarnos bien de admitir un principio de cuya aplicación resultaría para nosotros mismos una injusticia tan grande.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Extender los límites de la policía moral

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Una de las inclinaciones más universales de la humanidad es la de extender los límites de lo que se puede llamar policía moral, hasta el punto de invadir las libertades más legítimas del individuo.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Intervenir en la conducta personal

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El público, al intervenir en la conducta personal, raramente piensa en otra cosa que en la enormidad que hay en obrar y sentir de otro modo distinto al suyo; y este criterio, débilmente disfrazado, se presenta a la especie humana como un dictado de la religión y la filosofía, por todos los escritores, moralistas y especulativos, o al menos, por nueve de cada diez de ellos.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Un ultraje a sus sentimientos

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Existen muchas personas que consideran como una ofensa cualquier conducta que no les place, teniéndola por un ultraje a sus sentimientos; como aquel fanático que, acusado de tratar con demasiado desprecio los sentimientos religiosos de los demás, respondía que eran ellos los que trataban los suyos con desprecio al persistir en sus abominables creencias.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Un estado de infancia prolongada

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Si la sociedad deja que gran número de sus miembros crezcan en un estado de infancia prolongada, incapaces de ser impulsados por la consideración racional de motivos lejanos, ella misma tendrá que acusarse de las consecuencias.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

Amor a la libertad humana

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Con respecto al daño simplemente contingente o “constructivo”, por así decir, que una persona puede causar a la sociedad, sin violar ningún deber preciso hacia el público, y sin herir de manera visible a ningún otro individuo más que a sí mismo, la sociedad puede y debe soportar este inconveniente por amor de ese bien superior que es la libertad humana.

John Stuart Mill. Sobre la libertad

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