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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Un fanático es como un sediento

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Un fanático es como un sediento incapaz de descubrir agua y saciarse, y que, mientras otro se afana tercamente hasta encontrarla, revienta de sed, porque cree que basta tenerla o sentirla para que el hontanar brote en cualquier sitio.

Ángel Mª De Lera. Los Fanáticos

Sentir lástima por los fanáticos

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Con el peso de los años y el aprendizaje de la vida, uno ha llegado a la conclusión de que todo es cambiante, fluido, tornasolado. Esto no es perder la fe. Por el contrario, es aumentarla, porque es creer en más cosas, en más ideas, en más hombres, en un más rico muestrario de posibilidades y, en fin, en una superación ilimitada de la condición humana. Y que siempre es mejor bordear el precipicio o la cumbre a esperar que suenen las trompetas de Jericó o a que llegue un Moisés que tienda un puente sobre el abismo. Por supuesto también, uno ya no aborrece ciegamente a los fanáticos, sino que siente lástima de ellos, porque lo contrario sería ser fanático de algo, aunque sea del antifanatismo. Y no, claro. No se merecen esa capitulación siquiera. 

Ángel Mª De Lera. Los Fanáticos

Los mayores triunfos de la propaganda

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Los mayores triunfos de la propaganda se han logrado, no haciendo algo, sino impidiendo que ese algo se haga. Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad.

Aldous Huxley. Un mundo feliz

La naturaleza no puede separarlo

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Los libros y ruidos fuertes, flores y descargas eléctricas; en la mente de aquellos niños ambas cosas se hallaban ya fuertemente relacionadas entre sí; y al cabo de doscientas repeticiones de la misma o parecida lección formarían ya una unión indisoluble. Lo que el hombre ha unido, la Naturaleza no puede separarlo.

Aldous Huxley. Un mundo feliz

Algo dentro de ti

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¿No has tenido nunca la sensación de que dentro de ti había algo que sólo esperaba que le dieras una oportunidad para salir al exterior? ¿Una especie de energía adicional que no empleas, como el agua que se desploma por una cascada en lugar de caer a través de las turbinas?

Aldous Huxley. Un mundo feliz

Un orden imaginado

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¿Cómo se hace para que la gente crea en un orden imaginado (…)? En primer lugar, no admitiendo nunca que el orden es imaginado.

Yuval Noah Harari. Sapiens

Una espléndida fábrica para producir esclavos

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Si la libertad de ideas es la más alta actividad de la mente humana, entonces la supresión de esa actividad debe ser lo más degradante para nosotros como seres humanos. Eurípides definió como esclavo al hombre que ha perdido su libertad de pensar o de opinar. Toda autocracia es, pues, una espléndida fábrica para producir esclavos. Todo gobierno autocrático, cualquier sea su forma, es intelectualmente retrógrado. Lo hemos visto en la Edad Media en general, y en la Inquisición en particular. Los políticos o los clérigos miopes pueden pensar que la uniformidad de creencias contribuye a la paz y al orden, pero históricamente la consecuencia es siempre deprimente y degradante para el carácter humano. Tales autócratas deben tener un gran desprecio por el pueblo en general, cuando no se reducen a ordenar la conducta externa de una nación sino que proceden también a regimentar los pensamientos y creencias íntimos del pueblo. Tienen una ingenua convicción de que las mentes humanas aguantarán esa uniformidad (…). No puede hacerse así, sencillamente, y si los que controlan el pensamiento van muy lejos en esto de marchar contra la naturaleza humana, siembran con ello las simientes de su propia caída.

Lin Yutang

Vivir no es solo existir

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Vivir no es solo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar. Descansar, es empezar a morir. Solo el que sabe es libre y más libre el que más sabe. 

Gregorio Marañón

La cara oscura de la moralidad

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La moralidad, como veremos, es una herramienta para la colaboración de los grupos humanos, y los grupos humanos han colaborado para competir contra otros grupos. Por eso, nuestra moralidad o nuestra mente moral tiene dos caras: una cara brillante que mira al endogrupo (Nosotros) y promueve la colaboración, la compasión, el altruismo y otras facetas positivas. La cara oscura es la que mira a los grupos rivales exteriores (Ellos) y se caracteriza por el tribalismo, el castigo, el odio y el desprecio a los miembros de esos grupos con los que competimos. 

Pablo Malo. Los peligros de la moralidad

Yo no quiero comodidad

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Atreverse a exponer lo que es mortal e inseguro al azar, la muerte y el peligro, aunque solo sea por una cáscara de huevo… ¿No hay algo en esto? —preguntó el Salvaje, mirando a Mustafá Mond—. Dejando aparte a Dios, aunque, desde luego, Dios sería una razón para obrar así. ¿No tiene su hechizo el vivir peligrosamente? —Ya lo creo —contestó el Interventor—. De vez en cuando hay que estimular las glándulas suprarrenales de hombres y mujeres. —¿Cómo? —preguntó el Salvaje, sin comprender. —Es una de las condiciones para la salud perfecta. Por esto hemos impuesto como obligatorios los tratamientos de S.P.V. —¿S.P.V.? —Sucedáneo de Pasión Violenta. Regularmente una vez al mes. Inundamos el organismo con adrenalina. Es un equivalente fisiológico completo del temor y la ira. Todos los efectos tónicos que produce asesinar a Desdémona o ser asesinado por Otelo, sin ninguno de sus inconvenientes. —Es que a mí me gustan los inconvenientes. —A nosotros, no —dijo el Interventor—. Preferimos hacer las cosas con comodidad. —Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado. —En suma —dijo Mustafá Mond—, usted reclama el derecho a ser desgraciado. —Muy bien, de acuerdo —dijo el Salvaje, en tono de reto—. Reclamo el derecho a ser desgraciado. —Esto, sin hablar del derecho a envejecer, a volverse feo e impotente, el derecho a tener sífilis y cáncer, el derecho a pasar hambre, el derecho a ser piojoso, el derecho a vivir en el temor constante de lo que pueda ocurrir mañana; el derecho a pillar un tifus; el derecho a ser atormentado. Siguió un largo silencio. —Reclamo todos estos derechos —concluyó el Salvaje. Mustafá Mond se encogió de hombros. —Están a su disposición —dijo. 

Aldous Huxley. Un mundo feliz

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