En la existencia cotidiana normal somos presa de pensamientos y preocupaciones que se entremeten sin desearlo en la conciencia. Puesto que la mayoría de los trabajos, y la vida doméstica en general, carecen de demandas urgentes de experiencias de flujo, la concentración rara vez es tan intensa como para que las preocupaciones y las inquietudes puedan descartarse automáticamente. Por consiguiente, el estado mental ordinario tiene episodios inesperados y frecuentes de entropía que se inmiscuye en el funcionamiento armónico de la energía psíquica. Ésta es una razón por la cual el flujo mejora la calidad de la experiencia: las demandas claramente estructuradas de la actividad imponen orden y excluyen las interferencias de desorden en la conciencia.
Mihaly Csikszentmihalyi. Fluir: una psicología de la felicidad