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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Tema: Trabajo

La persona compartimentada

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La persona compartimentada puede, conscientemente o no, despegarse de los valores morales, las aspiraciones, los sentimientos y las emociones que se consideran inapropiados e irrelevantes para un cierto contexto (por ejemplo, el lugar de trabajo), creando así un vacío moral al desconectar la responsabilidad moral de sí mismo. (es decir, quiénes son realmente).

Cécile Rozuel. The Moral Threat of Compartmentalization

La vida sencilla

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Hay una indiscutible dignidad en la vida sencilla de la gente. ¿Acaso ganarse el pan cotidiano es un esfuerzo menor que la creación artística? Las tareas diarias del panadero, del mecánico, del médico… ¿tienen un contenido más despreciable que el de la creación cultural? La mediocridad reside en toda pretensión de excelencia que, sin embargo, no se desapega de la banalidad: la fama efímera, las teorías esnobs, la propaganda…

Josep Maria Esquirol. La resistencia íntima

Salvar la cotidianidad del descrédito

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Salvar la cotidianidad del descrédito significa mostrar que la comida, el cansancio del trabajo y el momento del descanso, además de ser, como es obvio, cosas relacionadas con la necesidad, forman asimismo parte de la respuesta al abismo.

Josep Maria Esquirol. La resistencia íntima

La productividad de los gurús

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La productividad que leemos de los gurús es engañosa. Puedes estar muy ocupado día tras día sin moverte ni un milímetro hacia lo que realmente te importa. Recuerda: ser productivo es «hacer lo que hay que hacer para llegar a tus objetivos»

Rafael Sarandeses y Jordi Alemany. La carrera infinita

Para lo que uno está hecho

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En lugar de preguntarte qué te apasiona, hazte estas dos preguntas: ¿Qué me interesa, qué me intriga? ¿Qué roles hay en ese campo que puedan encajar en los aspectos que se me dan bien? De lo que respondas a estas dos preguntas extraerás algo más concreto y útil que una pasión: un propósito, que literalmente quiere decir «para lo que uno está hecho».

Rafael Sarandeses y Jordi Alemany. La carrera infinita

“Sigue tu pasión” es un mal consejo

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«Sigue tu pasión» vende libros, pero puede destruir carreras. ¿Cómo voy a seguir mi pasión si no sé cuál es? Este mito nos arrastra a una creencia paralizante muy peligrosa: «Todos saben qué es lo que de verdad quieren menos yo». La evidencia apunta exactamente a lo contrario: lo normal es no saberlo.

Rafael Sarandeses y Jordi Alemany. La carrera infinita

La pasión es una consecuencia

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Un trabajo es siempre «un trabajo» al cabo de solo dos años, después de una década algunos hablarán de una «carrera» y no de un «trabajo», y los más afortunados habrán convertido su carrera en una vocación (o en su pasión) al cabo de veinte años. La pasión es una consecuencia de seguir tu talento y tu interés, no un prerrequisito. Es así de simple. Por eso, decirle a alguien que no sabe cuál es su pasión que el secreto del éxito es «seguir su pasión», es como decirle a alguien que llora amargamente que es mejor «no llorar». Más frustración que otra cosa.

Rafael Sarandeses y Jordi Alemany. La carrera infinita

Olvídate de los títulos

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Olvídate de títulos. Tu valor radica en quién eres, qué problemas resuelves y cómo haces que se sientan los que te rodean.

Rafael Sarandeses, Jordi Alemany. La carrera infinita

Una verdadera obra maestra

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También podemos entender, a partir de estas últimas consideraciones, cómo la iniciación, tomando la profesión como “soporte”, tendrá al mismo tiempo, e inversamente en cierto modo, una repercusión en el ejercicio de esta profesión. El ser, en efecto, habiendo realizado plenamente las posibilidades de las que su actividad profesional no es más que una expresión externa, y poseyendo así el conocimiento efectivo de lo que es el principio mismo de esta actividad, realizará en adelante conscientemente lo que al principio no era más que una consecuencia “instintiva” de su naturaleza; y así, si el conocimiento iniciático nace para él de la profesión, ésta, a su vez, se convertirá en el campo de aplicación de este conocimiento, del que ya no podrá separarse. Habrá entonces una perfecta correspondencia entre el interior y el exterior, y la obra producida ya no será simplemente la expresión en cierto grado y de manera más o menos superficial, sino la expresión verdaderamente adecuada de la persona que la concibió y ejecutó, lo que constituirá una “obra maestra” en el verdadero sentido de la palabra.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

El despertar de las posibilidades latentes

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Si el oficio es algo propio del hombre, y una manifestación o expansión de su propia naturaleza, es fácil comprender que pueda servir de base a una iniciación, e incluso que sea, en el caso general, lo más adecuado para este fin. En efecto, si el objetivo de la iniciación es esencialmente ir más allá de las posibilidades del individuo humano, no es menos cierto que solo puede tomar como punto de partida a este individuo tal como es, pero, por supuesto, tomándolo en cierto modo por su lado superior, es decir, apoyándose en lo que hay en él más propiamente cualitativo. De ahí la diversidad de vías iniciáticas, es decir, en definitiva, los medios utilizados como “soportes”, conforme a la diferencia de las naturalezas individuales, interviniendo esta diferencia tanto menos, por otra parte, cuanto más avanza el ser en su camino y se acerca así a la meta que es la misma para todos.

Los medios así empleados sólo pueden ser eficaces si corresponden realmente a la naturaleza misma de los seres a los que se aplican; y como es necesario proceder de lo más accesible a lo menos accesible, de lo exterior a lo interior, es normal tomarlos de la actividad por la que esta naturaleza se manifiesta en el exterior. Pero sobra decir que esta actividad sólo puede desempeñar tal papel en la medida en que traduce efectivamente la naturaleza interior; se trata, pues, de una verdadera cuestión de “cualificación”, en el sentido iniciático del término; y en condiciones normales, esta “cualificación” debería exigirse para el ejercicio de la propia profesión.

Esto concierne al mismo tiempo a la diferencia fundamental entre la enseñanza iniciática, e incluso más generalmente toda la enseñanza tradicional, y la enseñanza profana. Lo meramente “aprendido” del exterior no tiene aquí ningún valor, sea cual sea la cantidad de las nociones así acumuladas (pues también en esto se manifiesta claramente el carácter cuantitativo del “conocimiento” secular); de lo que se trata es del “despertar” de las posibilidades latentes que el ser lleva en sí mismo (y éste es, en esencia, el verdadero sentido de la “reminiscencia” platónica).

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

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