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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Tema: Aceptar

Los que se sobrapasan a sí mismos

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Cuando contemplé la senda de desarrollo de aquellos que, silenciosamente, como de modo inconsciente, se sobrepasan a sí mismos, vi que sus destinos tenían algo en común: lo nuevo se les aproximaba desde fuera o desde dentro surgiendo del oscuro campo de las posibilidades, lo aceptaban y, con ello, crecían en altura.

Carl Gustav Jung. El secreto de la flor de oro

Aceptar las cosas

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Hace poco, recibí una carta de una antigua paciente, que describe con palabras sencillas pero justas la trasposición necesaria: “De lo malo me ha venido mucho bueno. El mantenerme calma, no reprimir, estar atenta, y al mismo tiempo aceptar la realidad —las cosas como son, y no como yo las querría— me ha procurado un raro discernimiento, y también fuerzas pocos comunes, que antes ni siquiera hubiera podido imaginar. Pensaba yo siempre que, si se aceptan las cosas, la abruman a una de alguna manera; ahora bien, esto no es de ningún modo así, y sólo al aceptarlas puede adoptarse una posición hacia ellas. 

Carl Gustav Jung. El secreto de la flor de oro

Si se quiere transformar algo…

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La observación, para ser eficaz, debe ser acompañada de una actitud de aceptación. Sin aceptación, la observación no cumple su propósito y este es conocer la realidad tal y como es, tanto de nuestros cuerpos y procesos internos como la del entorno. Se acepta para tener información fidedigna y veraz. Se acepta para lograr el autoconocimiento y este modifica. Por ello, si se quiere transformar algo, primero es necesario aceptarlo y amarlo tal cual es.

Jacobo Gringberg Zylberbaum. Fluir en el sin yo

Una sensación de libertad más amplia

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Aceptar lo involuntario como parte de uno mismo no quiere decir que uno pueda controlarlo. No podemos hacer que nos crezca el pelo más rápido, que el vientre no nos haga ruido o que la sangre nos circule en sentido inverso. Pero al comprender que estos procesos forman parte de nosotros mismos tanto como los voluntarios, uno renuncia a ese programa crónico, pero estéril, de hacerse cargo de la creación, de manipularlo todo obsesivamente y sentirse obligado a controlarlo: uno mismo y su mundo.

Paradójicamente, entenderlo así aporta una sensación de libertad más amplia. El voluntarioso ego puede ocuparse conscientemente de un máximo de dos o tres cosas al mismo tiempo. Sin embargo, y sin la menor duda del ego, en este momento el organismo total está coordinando millones de procesos simultáneamente, desde las complejidades de la digestión a las de la transmisión neutral, sin hablar de la coordinación de la información conceptual.

Esto requiere una sabiduría infinitamente mayor que las tretas superficiales de las que tanto se enorgullece el ego. Cuanto más capacitados estamos para apoyarnos en el centauro, más capaces somos de asentar nuestra vida en este vasto almacén natural de prudencia y libertad.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Lo voluntario y lo involuntario

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Aceptar que lo voluntario y lo involuntario forman parte de uno significa que ya no se siente víctima de su cuerpo ni, en general, de los procesos involuntarios y espontáneos. Entonces llega a tener un profundo sentido de la responsabilidad, no en el sentido de que uno controle conscientemente todo lo que sucede y, en consecuencia, pueda responder de ello, sino en el sentido de que ya no necesita culpar ni dar gracias a nadie por el hecho de sentirse como se siente. En última instancia, uno es la fuente profunda que produce todos sus procesos, voluntarios e involuntarios, y no su víctima.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Proyección y resistencia

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Sea como fuere, la mayoría de la gente presenta una fortísima resistencia a aceptar su propia sombra, a admitir que los impulsos y los rasgos que proyectan son suyos. Y en realidad, la resistencia es una importante causa de proyección. Una persona se resiste a su sombra, se resiste a los aspectos de sí misma que le disgustan y, por consiguiente, los proyecta. De manera que allí donde hay una proyección, está al acecho alguna forma de resistencia. En ocasiones, esta resistencia es leve, y otras veces violenta; pero en ninguna parte se pone más claramente en evidencia su funcionamiento como en esa forma de proyección tan difundida que es la caza de brujas.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Un hombre es lo que ama

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Todo pensamiento es un error regulado… Al elegir la regulación de nuestros errores, al mostrarnos dispuestos a aceptar aproximaciones cada vez mas cercanas a la realidad inalcanzable, es como pensamos y vivimos correctamente… ¡Un hombre es lo que ama!

Henry Miller. Quisiera dar un gran rodeo: Epistolario

La disposición a aceptar cualquier ideología

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Si nos limitamos a considerar solamente las necesidades económicas, en lo que respecta a las personas «normales», si no alcanzamos a ver el sufrimiento del individuo automatizado medio, entonces no nos habremos dado cuenta del peligro que amenaza a nuestra cultura desde su base humana: la disposición a aceptar cualquier ideología o cualquier líder, siempre que prometan una excitación emocional y sean capaces de ofrecer una estructura política, y aquellos símbolos que aparentemente dan significado y orden a la vida del individuo. La desesperación del autómata humano es un suelo fértil para los propósitos políticos del fascismo. 

Erich Fromm. El miedo a la libertad 

Concebir una idea falsa

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Estamos ansiosos por nuestro trocito de cuerpo, por nuestro trocito de propiedad, por lo que va a pensar César, pero no estamos en absoluto ansiosos por todo lo que tenemos dentro. ¿Estoy ansioso por no concebir una idea falsa? No, porque eso depende de mí. ¿O por aceptar un impulso contrario a la naturaleza? No, por eso tampoco. 

Epicteto. Disertaciones por Arriano

Quién no es infierno

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El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio.

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

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