De ahí la perplejidad de la que es presa la filosofía con respecto a sí misma, frente a su empresa de abstracción «hacia» lo universal o de conceptualización: ¿no abandonó la realidad efectiva, esa que solo existe en lo singular? ¿Hemos logrado, siquiera un poco, salir de esta inquietud? (…) De ahí le viene, por compensación, la vocación de la literatura: frente a la ciencia y la filosofía, que responden a esa exigencia, la literatura recupera lo individual que dejó de lado lo universal: evocando una emoción, contando «una vida», la literatura recupera lo ambiguo, inherente a la vida y ajeno a lo absoluto propio de la abstracción.
François Jullien. La identidad cultural no existe