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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases de Ken Wilber

Una sensación de libertad más amplia

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Aceptar lo involuntario como parte de uno mismo no quiere decir que uno pueda controlarlo. No podemos hacer que nos crezca el pelo más rápido, que el vientre no nos haga ruido o que la sangre nos circule en sentido inverso. Pero al comprender que estos procesos forman parte de nosotros mismos tanto como los voluntarios, uno renuncia a ese programa crónico, pero estéril, de hacerse cargo de la creación, de manipularlo todo obsesivamente y sentirse obligado a controlarlo: uno mismo y su mundo.

Paradójicamente, entenderlo así aporta una sensación de libertad más amplia. El voluntarioso ego puede ocuparse conscientemente de un máximo de dos o tres cosas al mismo tiempo. Sin embargo, y sin la menor duda del ego, en este momento el organismo total está coordinando millones de procesos simultáneamente, desde las complejidades de la digestión a las de la transmisión neutral, sin hablar de la coordinación de la información conceptual.

Esto requiere una sabiduría infinitamente mayor que las tretas superficiales de las que tanto se enorgullece el ego. Cuanto más capacitados estamos para apoyarnos en el centauro, más capaces somos de asentar nuestra vida en este vasto almacén natural de prudencia y libertad.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Lo voluntario y lo involuntario

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Aceptar que lo voluntario y lo involuntario forman parte de uno significa que ya no se siente víctima de su cuerpo ni, en general, de los procesos involuntarios y espontáneos. Entonces llega a tener un profundo sentido de la responsabilidad, no en el sentido de que uno controle conscientemente todo lo que sucede y, en consecuencia, pueda responder de ello, sino en el sentido de que ya no necesita culpar ni dar gracias a nadie por el hecho de sentirse como se siente. En última instancia, uno es la fuente profunda que produce todos sus procesos, voluntarios e involuntarios, y no su víctima.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Es solo un personaje secundario

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Cuando un personaje secundario que tiene apenas un parlamento de dos líneas sube por primera vez a escena, las miradas de todo el público se dirigen hacia él, aunque sea una parte insignificante del reparto total. De la misma manera, cuando por primera vez sube al escenario de nuestra conciencia alguna emoción negativa, es probable que uno se sienta totalmente paralizado ante ella, aunque tampoco sea más que un fragmento del reparto total de nuestras emociones. Es mejor tenerla delante que ocultándose entre bastidores.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Deseo proyectado

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Así, del mismo modo que la presión es impulso proyectado, la obligación es deseo proyectado. Es decir, los sentimientos persistentes de obligación son una señal de que uno está haciendo algo que no admite que quiera hacer.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

El lado oscuro

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Todos tenemos nuestro lado oscuro. Pero «lado oscuro» no significa «lado malo», sino tan sólo que todos tenemos una cierta medida de perversión (« Algo de ratero en el fondo de nuestro corazón») y si nos damos cuenta de su presencia y la aceptamos, la vida es mucho más sabrosa. Según la tradición hebrea, el propio Dios puso desde el principio esta tendencia desviante, caprichosa o perversa en todos los seres humanos, tal vez para que la humanidad no se muriese de aburrimiento.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Proyección y resistencia

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Sea como fuere, la mayoría de la gente presenta una fortísima resistencia a aceptar su propia sombra, a admitir que los impulsos y los rasgos que proyectan son suyos. Y en realidad, la resistencia es una importante causa de proyección. Una persona se resiste a su sombra, se resiste a los aspectos de sí misma que le disgustan y, por consiguiente, los proyecta. De manera que allí donde hay una proyección, está al acecho alguna forma de resistencia. En ocasiones, esta resistencia es leve, y otras veces violenta; pero en ninguna parte se pone más claramente en evidencia su funcionamiento como en esa forma de proyección tan difundida que es la caza de brujas.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

El mecanismo básico de la proyección

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El mecanismo básico de la proyección como tal es, pues, bastante simple. Un impulso (enfado, deseo o lo que sea) que surge en uno y que, naturalmente, apunta al medio, cuando es proyectado, aparece como un impulso que se originase en el medio y que apuntara hacia uno. Es un efecto de bumerang, y uno acabará zurrándose con su propia energía. Ya no pugna por actuar, se siente empujado a actuar. Ha puesto el impulso al otro lado de la demarcación entre lo que uno es y lo que uno no es, y entonces, naturalmente, el impulso le ataca desde afuera, en vez de ayudarle a atacar al medio.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

El impulso es suyo

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Así pues, el individuo bien informado, cada vez que siente alguna forma de presión–procedente de su jefe, su cónyuge, la escuela, los amigos, sus socios o sus hijos–, aprende a usar esos sentimientos como señal de que tiene cierta energía, algún impulso del que en ese momento no es consciente. Aprende a traducir «me siento presionado» como «tengo más impulso de lo que creía». Una vez se da cuenta de que todos los sentimientos de presión son impulsos suyos que no había advertido, ya puede decidir si actúa siguiendo su impulso o si posterga la acción. Pero, haga lo que haga, finalmente sabe que el impulso es suyo.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Trazar un límite mental

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Cuando uno responde a la pregunta «¿Quién soy?», sucede algo muy simple. Cuando describe o explica quién «es», incluso cuando se limita a percibirlo interiormente, lo que en realidad está haciendo, a sabiendas o no, es trazar una línea o límite mental que atraviesa en su totalidad el campo de la experiencia, y a todo lo que queda dentro de ese límite lo percibe como «yo mismo» o lo llama así, mientras siente que todo lo que está por fuera del límite queda excluido del «yo mismo». En otras palabras, nuestra identidad depende totalmente del lugar por donde tracemos la línea limítrofe. 

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

El mundo real no tiene fronteras

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Jamás se encontrará algo cóncavo sin algo convexo, porque –como todos los opuestos– ambos están predestinados a estar siempre en íntimo y recíproco contacto. Lo importante es que la totalidad de las líneas que encontramos en la naturaleza, e incluso las que trazamos nosotros mismos, no distinguen simplemente los diferentes opuestos, sino que también los vinculan en una unidad inseparable. En otras palabras, una línea no es una demarcación, porque una línea, ya sea mental, natural o lógica, no sólo divide y separa sino que también une y aproxima. Por otra parte, las fronteras son puras ilusiones: fingen separar lo que de hecho no es separable. En este sentido, el mundo real contiene líneas, pero no tiene fronteras.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

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