Alma mía, para estar en todas las cosas como la imagen en el fondo del espejo, que no puede ser separada, ama tu cárcel y todas las cárceles, ama tu enigma y todos los enigmas.
Ramón María del Valle-Inclán. La lámpara maravillosa
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
Alma mía, para estar en todas las cosas como la imagen en el fondo del espejo, que no puede ser separada, ama tu cárcel y todas las cárceles, ama tu enigma y todos los enigmas.
Ramón María del Valle-Inclán. La lámpara maravillosa
El ser humano nace y muere. Es evidente que esta es una certeza que el hombre adquirió desde su más remota existencia. El tiempo de vida del hombre es limitado. Sin embargo, el transcurrir del tiempo parece infinito. Pero analicemos esa infinitud. Curiosamente, el tiempo nos hace pasar por instantes determinados, que lejos de ser diferentes parece que se repiten con una determinada frecuencia. El sol sale por el horizonte, se alza pasado un tiempo en lo alto del firmamento y se pone transcurrido otro tiempo por el horizonte opuesto. La oscuridad se apodera entonces del mundo. Pero en algún momento el sol vuelve a surgir por donde lo hizo la vez anterior, para volver a ascender en el firmamento y completar el mismo proceso, una y otra vez.
Así, eternamente. El tiempo parece efectivamente eterno, sin embargo es cíclico. Lo cíclico y lo eterno parecen ir de la mano. Interesante, pues esto implica que la experiencia de lo eterno para el ser humano está íntimamente ligada a la experiencia de lo cíclico. Aunque, como ser humano, no puedo medir la eternidad, sí puedo medir cada fragmento de los que parece componerse. Cada trozo de eternidad que se repite, cada ciclo, puedo medirlo porque está acotado, tiene límites, posee principio y fin. Aquello que está dotado de principio y fin puede ser fragmentado en unidades menores. En este caso, unidades de tiempo. Así es como el ser humano no puede contar la eternidad, pero sí cada fragmento de la misma. ¿No es una hermosa contradicción?
Jaime Buhigas. La divina geometría
Un símbolo conecta niveles diferentes de realidad y barre todos sus ámbitos intermedios.
Jaime Buhigas. La divina geometría
Dios es un enorme círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna.
Hermes Trimegisto
Y así el muro completa su primera función: desencadenar una activación desaforada de fuerzas mentales que dormían en indefinido letargo hasta toparnos con él. Este es el primer paso para la transmutación: solo al encontrarnos con un límite se desencadenan las posibilidades de algo nuevo.
Jaime Buhigas. Laberintos
Toda seguridad implica un encarcelamiento. De nuevo una ley de cambio: no puede haber movimiento verdadero si hay excesiva seguridad.
Jaime Buhigas. Laberintos
Para que una vivencia, en la forma que adopte (revelación, estudio, meditación, aprendizaje, etc.), sea realmente esotérica precisa, en primer lugar, de un espacio segregado-sagrado en virtud de un límite. Luego no puede ser esotérico algo que no presenta barreras, que está indiscriminadamente al alcance de cualquiera.
No puede ser esotérico un libro que descansa en la estantería de cualquier librería o en la tienda de la esquina, del mismo modo que no puede ser esotérica ninguna página web, revista o periódico del mundo accesible con el mero requisito de encender un ordenador. Volvemos a una reflexión conocida: puede que todas esas ofertas hablen de asuntos esotéricos, pero no son esotéricas. Todo lo que es accesible sin ningún tipo de condición es exotérico, con «x»
Jaime Buhigas. Laberintos
Los antiguos griegos decían phobos, miedo, en lugar de odio. Decían que la primera cosa nacida había sido o bien eros o bien phobos. Unos decían que eros y otros que phobos, según sus temperamentos. Hay optimistas que dicen que lo real es el amor, y pesimistas que dicen que lo real es phobos. Phobos separa más que el odio, porque el miedo obliga a escapar, a irse del lugar del peligro.
Carl Gustav Jung. La psicología del yoga Kundalini
Todo va viento en popa: almorzamos, fijamos citas, somos ciudadanos perfectamente normales de determinados países. Estamos sometidos a determinadas obligaciones, y no es fácil eludirlas sin volverse neurótico; tenemos que atender a nuestros deberes. Así pues, estamos todos en las raíces, viviendo entre nuestro sostén de raíces («sostén de raíces» es la traducción literal de mûlâdhâra). Estamos efectivamente arraigados en este mundo —por ejemplo, cuando compran ustedes su billete al conductor del tranvía, o su entrada para el teatro, o pagan al camarero—, esa es la realidad palpable. Y entonces el sí-mismo está dormido, lo cual quiere decir que todas las cosas referentes a los dioses están dormidas.
Carl Gustav Jung. La psicología del yoga Kundalini
Kundalini, en términos psicológicos, es aquello que nos impulsa a realizar las mayores aventuras. A veces uno se dice: «¡Maldita sea! ¡Cómo se me ocurrió intentar semejante cosa!». Pero si me doy la vuelta, mi vida queda despojada de toda aventura, mi vida ya no es nada: ha perdido su encanto. Es la búsqueda la que hace vivible la vida, y esto es Kundalini, la pulsión divina.
Carl Gustav Jung. La psicología del yoga Kundalini