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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

La vida eterna

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La noción de un tiempo perpetuo es una monstruosidad, algo imposible de concebir, captar o experimentar realmente de ningún modo. Pero el eterno ahora, este momento intemporal, es tan simple y tan accesible como tu propia experiencia presente… porque los dos son una y la misma cosa. Por eso, como dijo Wittgenstein, «la vida eterna pertenece a aquéllos que viven en el presente».

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Estamos siempre soñando con mañanas

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Sin embargo, parece –y por razones que pronto se verán destaco la palabra «parece»– que entre nosotros hay muy pocos que vivan únicamente en el ahora. Nos demoramos en ayeres y estamos siempre soñando con mañanas, y así nos inmovilizamos con las tortuosas cadenas del tiempo y nos atamos a los fantasmas de cosas que no están realmente presentes.

Disipamos nuestras energías en la niebla fantástica de recuerdos y expectativas, y así despojamos al presente vivo de su realidad fundamental y lo reducimos a un «presente especioso», un magro presente que apenas si aguanta uno o dos segundos, una pálida sombra del Presente eterno. Incapaces de vivir en el presente intemporal y de bañarnos en los deleites de la eternidad, buscamos –como anémicos sustitutos– las meras promesas del tiempo, en la renovada esperanza de que el fruto nos aporte aquello de lo que tan lamentablemente carece el flaco presente.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Una percepción de lo intemporal

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De la misma manera que todo lo que oímos no son más que sonidos y ruidos presentes, todos los olores son olores presentes, y todo lo que vemos lo vemos en el presente. No se puede tocar, ni ver ni sentir nada que se parezca a un pasado o a un futuro. En otras palabras, en nuestra percepción inmediata y directa no hay tiempo: no hay pasado ni futuro, sino sólo un presente que cambia interminablemente, más breve que una fracción de segundo y que, sin embargo, jamás llega a su término. Toda percepción directa es percepción de lo intemporal.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Nuestro presente empobrecido

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Como reclamamos un futuro, vivimos cada momento a la espera, insatisfechos; vivimos cada momento de paso. Y precisamente de esta manera el verdadero nunc stans, el presente intemporal, se reduce al nunc fluens, el presente fugitivo, pasajero, que apenas dura uno o dos segundos. Esperamos que cada momento pase a continuarse en un momento futuro, y así pretendemos evitar la muerte, precipitándonos siempre hacia un futuro imaginado. Queremos encontrarnos con nosotros mismos en el futuro. No queremos sólo este ahora, sino otro ahora, y otro y muchos más; mañana y mañana y mañana. Y así, de modo paradójico, nuestro presente empobrecido huye, precisamente porque le exigimos que termine. Queremos que termine para que pueda pasar a otro momento, a un momento futuro que, a su vez, sólo existirá para pasar.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

Anhelamos la distracción

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Cuando creer en lo eterno resulta imposible, y sólo queda el pobre sustituto de creer en la creencia, los hombres buscan su felicidad en las alegrías temporales. Por mucho que traten de ocultarlo en las profundidades de sus mentes, son bien conscientes de que tales alegrías son inciertas y breves, y esto tiene dos resultados. Por un lado, existe la ansiedad de que uno pueda perderse algo, de modo que la mente se agita nerviosa y codiciosamente, revolotea de un placer a otro, sin encontrar reposo y satisfacción en ninguno. Por otro lado, la frustración de tener siempre que perseguir un bien futuro en un mañana que nunca llega, y en un mundo en el que todo debe desintegrarse, hace que los hombres adopten la actitud de «al fin y al cabo, ¿para qué sirve?».

En consecuencia, nuestro tiempo es una era de frustración, ansiedad, agitación y adicción a los narcóticos. De alguna manera hemos de aferrarnos a lo que podamos mientras podamos, e ignorar el hecho de que todo es fútil y carente de sentido. A esta manera de narcotizarse la llamamos nuestro alto nivel de vida, una estimulación violenta y compleja de los sentidos, que nos hace progresivamente menos sensibles y, así, necesitados de una estimulación aún más violenta. Anhelamos la distracción, un panorama de visiones, sonidos, emociones y excitaciones en el que debe amontonarse la mayor cantidad de cosas posible en el tiempo más breve posible. 

Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad

Las cosas verdaderas cambian

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Lo que hemos olvidado es que los pensamientos y las palabras son convenciones, y que es fatal tomar las convenciones con una seriedad excesiva. Una convención es una conveniencia social, como, por ejemplo, el dinero. El dinero nos libra de los inconvenientes del trueque pero es absurdo tomar el dinero demasiado seriamente, confundirlo con la auténtica riqueza, puesto que no sirve en absoluto para comer o para vestirse con él. El dinero es más o menos estático, puesto que el oro, la plata, el papel moneda o un saldo bancario pueden «permanecer quietos» durante largo tiempo. Pero la auténtica riqueza, como la comida, es perecedera.

Así, una comunidad puede poseer todo el oro del mundo, pero si no cuida de sus cosechas se morirá de hambre. De un modo algo parecido, los pensamientos, las ideas y las palabras son «monedas» que sustituyen a las cosas reales. No son esas cosas, y aunque las representan, en muchos aspectos no se corresponden en absoluto. Con los pensamientos y las cosas ocurre lo mismo que con el dinero y la riqueza: las ideas y las palabras están más o menos fijadas, mientras que las cosas verdaderas cambian.

Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad

Una cosa distinta a la vida

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Parte de la frustración del hombre se debe a que se ha acostumbrado a esperar que el lenguaje y el pensamiento ofrezcan explicaciones que no pueden darle. Querer que la vida sea «inteligible» en este sentido es querer que sea una cosa distinta a la vida, es preferir el hombre que corre en la película al hombre real. Sentir que la vida carece de sentido a menos que «Yo» pueda ser permanente, es como haberse enamorado desesperadamente de un centímetro.

Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad

No comprenden el problema

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«¿Qué vamos a hacer al respecto?» es una pregunta que sólo formulan quienes no comprenden el problema. Si un problema puede resolverse, comprenderlo y saber qué hacer al respecto son una y la misma cosa. Por otro lado, hacer algo con respecto a un problema que uno no comprende es como tratar de eliminar la oscuridad apartándola con las manos. Cuando se hace la luz, la oscuridad se desvanece de inmediato.

Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad

No existe la seguridad

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Sabemos que preocuparnos es fútil, pero seguimos haciéndolo porque el hecho de llamarlo fútil no lo impide. Nos preocupamos porque nos sentimos inseguros y queremos la seguridad. Sin embargo, es perfectamente inútil decir que no deberíamos querer la seguridad. Aplicar insultos a un deseo no sirve para librarse de él. Lo que hemos de descubrir es que no existe la seguridad, que buscarla es doloroso y que cuando imaginamos haberla encontrado, no nos gusta.

En otras palabras, si podemos comprender realmente lo que buscamos –que la seguridad es aislamiento y lo que nos hacemos a nosotros mismos cuando la buscamos– veremos que no la queremos en absoluto. Nadie tiene que decirnos que no hemos de retener el aliento durante diez minutos. Sabemos que no nos es posible hacerlo y que el intento sería de lo más desagradable.

Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad

Comernos la boca en vez del pan

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Si existe algún problema, es el de ver que en este instante usted carece de un «yo» que entregar. Es completamente libre de hacer esto en cualquier momento, y nada se lo impide. Esta es su libertad. Pero no somos libres para mejorarnos, para entregarnos, para abrirnos a la gracia, pues toda esa división mental es la negativa y la posposición de nuestra libertad. Es como tratar de comernos la boca en vez del pan.

Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad

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