No sé por qué se le reconoce cierta ventaja a un hombre culto, cuando en realidad el resultado más probable de las lecciones que ha escuchado es la pérdida de cualquier confianza en sí mismo.
Jean Paulhan. El guerrero aplicado
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
No sé por qué se le reconoce cierta ventaja a un hombre culto, cuando en realidad el resultado más probable de las lecciones que ha escuchado es la pérdida de cualquier confianza en sí mismo.
Jean Paulhan. El guerrero aplicado
Muchas veces me ha sorprendido mi propia indiferencia; incluso cuando te dejé, no sufrí más tristeza que aquella a la que me veía obligado por la tuya, que no era mayor, por otra parte, que el deseo tenaz de aventura.
Jean Paulhan. El guerrero aplicado
Durante mucho tiempo yo había deseado dejar la sociedad -me refiero a la gente civilizada, al mundo- y marcharme a vivir al campo, cerca de los salvajes. Si no, exigía, para quedarme, una revolución inmediata. Este sueño era compartido por mucha gente (que esperaba encontrar más libertad, el esparcimiento de la vida natural, y, al mismo tiempo, la huida de las imposiciones sociales).
Jean Paulhan. El guerrero aplicado
El buscador independiente de la verdad, no hallándose encadenado a ningún sistema convencional, va dando forma a sus opiniones filosóficas basándose en las que considera las mejores evidencias disponibles. Sus cambios de juicio, por lo tanto, son posibles en todo momento y ocurren cuandoquiera que evidencias nuevas o revaluadas los avalan desde el punto de vista lógico.
H.P. Lovecraft. Confesiones de un incrédulo
Pero agap-e no es ni el amor carnal ni el pasional, que los griegos denominaban eros, ni el amor tierno, apacible, y que ellos llamaban filia, de las parejas unidas o de los padres por sus hijos pequeños. Agap-e va más allá. Es el amor que da en lugar de recibir, el amor que se empequeñece en vez de ocupar todo el espacio, el amor que desea el bien del otro antes que el suyo propio, el amor liberado del ego.
Emmanuel Carrère. El Reino
Las únicas libertades a las que somos sensibles son aquellas que someten a otros a una servidumbre equivalente. No existe un hombre que se alegre de respirar libremente. Pero, por ejemplo, si yo consigo poder tocar el banjo hasta las dos de la madrugada, mi vecino pierde la libertad de no oírme tocar el banjo hasta las dos de la madrugada. Si yo consigo vivir sin trabajar, otro tendrá que trabajar por dos.
Jean Paulhan. La felicidad en la esclavitud
No pedían ser felices, pero, una vez habiéndose reconocido, rogaban temblando que aquello durase, Dios mío, que durase…que uno de ellos no se convirtiera, de pronto, en un extraño para el otro, que subsistiera esa fraternidad inesperada, más rara que el deseo, más preciosa que el amor —o que quizá era el amor, a fin de cuentas—.
Pauline Réage. Retorno a Roissy
Decidió que si viajaba, las cosas serían diferentes a su vuelta. Su mente estaba llena de visiones e ideas. Suplicaba y esperaba que su imaginación se plasmara en páginas escritas. Estaba convencido de que eso era todo lo que deseaba ahora.
Colm Tóibín. The Master: Retrato del novelista adulto
La situación conocida como cultura de masas tiene lugar en el momento histórico en que las masas entran como protagonistas en la vida social y participan en las cuestiones públicas. Estas masas han impuesto a menudo un ethos propio, han hecho valer en diversos períodos históricos exigencias particulares, han puesto en circulación un lenguaje propio, han elaborado, pues, proposiciones que emergen de abajo. Pero, paradójicamente, su modo de divertirse, de pensar, de imaginar, no nace de abajo: a través de las comunicaciones de masa, todo ello le viene propuesto en forma de mensajes formulados según el código de la clase hegemónica.
Tenemos, así, una situación singular: una cultura de masas en cuyo ámbito un proletariado consume modelos culturales burgueses creyéndolos una expresión autónoma propia. Por otro lado, una cultura burguesa —en el sentido en que la cultura «superior» es aún la cultura de la sociedad burguesa de los últimos tres siglos— identifica en la cultura de masas una «subcultura» con la que nada la une, sin advertir que las matrices de la cultura de masas siguen siendo las de la cultura «superior».
Umberto Eco. Apocalípticos e integrados
Tan cierto es que el origen del mal no reside en la ignorancia, como suponía Sócrates, sino en la imbecilidad como que no se lo supera simplemente con el saber. La akrasia, la debilidad de la voluntad, inexplicable sobre la base de la ignorancia (porque una vez que sé que los azúcares engordan, debería dejar de consumirlos), resulta en cambio muy fácil de explicar con la imbecilidad (continúo porque soy un estúpido).
La imbecilidad es ajena al intelectualismo, pues se puede ser un genio del mal y al mismo tiempo imbécil. El intelectualismo afirma que somos malos por ignorancia y que, si fuéramos sabios, seríamos buenos. La doctrina de la caída o del mal originario sostiene que somos malos por naturaleza. Personalmente, sugiero que somos indudablemente malos, no por defecto de cultura ni por exceso de naturaleza, sino simple y llanamente por imbecilidad. En un círculo hermenéutico, no solo queda claro que el mal es consecuencia de la imbecilidad, sino también que la imbecilidad deriva del mal.
Maurizio Ferraris. La imbecilidad es cosa seria