Dilige et quod vis fac, escribía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras” … En nuestros días sería más bien: Di que amas y haz negocio.
Philippe Muray. El Imperio del Bien
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
Dilige et quod vis fac, escribía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras” … En nuestros días sería más bien: Di que amas y haz negocio.
Philippe Muray. El Imperio del Bien
Materialidad y sentimentalidad, muy lejos de oponerse, no pueden ir apenas la una sin la otra, y juntas las dos adquieren su desarrollo más extremo; tenemos la prueba de ello en América, donde, como ya hemos tenido ocasión de hacerlo observar en nuestros estudios sobre el teosofismo y el espiritismo, las peores extravagancias «pseudomísticas» nacen y se extienden con una increíble facilidad, al mismo tiempo que el industrialismo y la pasión por los «negocios» se llevan hasta un grado que confina la locura; cuando las cosas han llegado a eso, ya no es un equilibrio lo que se establece entre las dos tendencias, son dos desequilibrios que se suman uno al otro y, en lugar de compensarse, se agravan mutuamente.
René Guénon. Oriente y Occidente
La información es como el tiempo y como el dinero: su valor depende solo de lo que hagas con ellos, porque en sí mismos son absolutamente inútiles. Da igual a cuánta información tengas acceso si no sabes cómo emplearla, y sobre todo con qué objeto. La información se convierte en un tesoro en la medida en la que nos ayuda a pensar, a crear, a comprender, a ser, a estar presentes.
Jaime Buhigas. Laberintos
Lo que hemos olvidado es que los pensamientos y las palabras son convenciones, y que es fatal tomar las convenciones con una seriedad excesiva. Una convención es una conveniencia social, como, por ejemplo, el dinero. El dinero nos libra de los inconvenientes del trueque pero es absurdo tomar el dinero demasiado seriamente, confundirlo con la auténtica riqueza, puesto que no sirve en absoluto para comer o para vestirse con él. El dinero es más o menos estático, puesto que el oro, la plata, el papel moneda o un saldo bancario pueden «permanecer quietos» durante largo tiempo. Pero la auténtica riqueza, como la comida, es perecedera.
Así, una comunidad puede poseer todo el oro del mundo, pero si no cuida de sus cosechas se morirá de hambre. De un modo algo parecido, los pensamientos, las ideas y las palabras son «monedas» que sustituyen a las cosas reales. No son esas cosas, y aunque las representan, en muchos aspectos no se corresponden en absoluto. Con los pensamientos y las cosas ocurre lo mismo que con el dinero y la riqueza: las ideas y las palabras están más o menos fijadas, mientras que las cosas verdaderas cambian.
Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad
Producimos no ya para satisfacción propia, sino con el propósito abstracto de vender nuestra mercadería; creemos que podemos lograr cualquier cosa, material o inmaterial, comprándola, y de este modo los objetos llegan a pertenecemos independientemente de todo esfuerzo creador propio. Del mismo modo, consideramos nuestras cualidades personales y el resultado de nuestros esfuerzos como mercancías que pueden ser vendidas a cambio de dinero, prestigio y poder.
De este modo, se concede importancia al valor del producto terminado en lugar de atribuírsela a la satisfacción inherente a la actividad creadora. Por ello el hombre malogra el único goce capaz de darle la felicidad verdadera —la experiencia de la actividad del momento presente— y persigue en cambio un fantasma que lo dejará defraudado apenas crea haberlo alcanzado: la felicidad ilusoria que llamamos éxito.
Erich Fromm. El miedo a la libertad
Afán de lucro, tendencia a enriquecerse, sobre todo a enriquecerse monetariamente en el mayor grado posible, son cosas que nada tienen que ver con el capitalismo. Son tendencias que se encuentran por igual en los camareros, los médicos, los conductores, los artistas, las cocottes, los funcionarios corruptibles, los jugadores; los mendigos, los soldados, los ladrones, los cruzados: en los hombres de todas las clases y condiciones, de todas las épocas y en todos los lugares de la tierra, en toda circunstancia que ofrezca una posibilidad objetiva de lograr una finalidad de lucro.
Max Weber. Ética protestante y el espíritu del capitalismo
El capitalismo se dirige a niños cuya insaciabilidad y deseo de consumir sin trabas van de la mano con la negación de la muerte. Por eso es morboso. El deseo furioso de dinero, que no es sino un deseo de prolongar el tiempo, es pueril y dañino. Nos hace olvidar el verdadero deseo, el único deseo noble, el deseo de amor.
Bernard Maris. Houellebecq economista
Aislados, no somos nada, una tarjeta de crédito basada en un nivel de ingresos. El individuo que se cree libre, liberado de las trabas de las dependencias, de las fidelidades, de los lazos, de las costumbres, de los deberes tanto del vasallo como del soberano, no es más que un breve momento en un sistema de transacciones generalizadas, un valor de cambio, un punto en gráficas trazadas por imbéciles, una cifra en un cuadro.
Bernard Maris. Houellebecq economista
Un hombre ingenioso se entretiene de maravilla en la más absoluta soledad con sus propios pensamientos y fantasías, mientras que un hombre sin chispa se aburre a pesar de la continua variedad de obras de teatro, fiestas y excursiones. Un carácter bueno, moderado y dulce puede estar satisfecho en circunstancias muy modestas, mientras que un carácter malo, ávido y envidioso no lo está ni con todas las riquezas posibles.
Arthur Schopenhauer. El Arte de ser feliz
Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, solo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espíritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad.
Nuccio Ordine. La utilidad de lo inútil: Manifiesto