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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Frases de Identidad

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Así como el hombre no está hecho para ser juguete de una naturaleza ciega, tampoco está hecho para ser juguete de las colectividades ciegas que forma con sus semejantes. Pero, para dejar de estar librado a la sociedad tan pasivamente como una gota de agua en el mar, sería necesario que pudiera conocerla y actuar sobre ella.

En todos los terrenos, es verdad, las fuerzas colectivas rebasan infinitamente las fuerzas individuales, y así, es tan difícil concebir un individuo que disponga siquiera de una porción de la vida colectiva como imaginar que una línea se prolonga por la adición de un punto. Al menos en apariencia, pero en realidad hay una excepción, y una sola: el dominio del pensamiento.

Simone Weil. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social

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Debido a que las mujeres no son víctimas de los hombres y del patriarcado, son víctimas de su cuerpo que las hizo convertirse, a lo largo de la historia de la evolución, en víctimas del hombre y del patriarcado. Por lo tanto, para Marcela lacub, la emancipación requiere “dejar de ser mujeres”. Convertirse en no-mujeres. Si Simone de Beauvoir dijo que no se nace mujer, se llega a serlo, nosotras, en este momento de la historia, deberíamos decir: nacemos mujer, pero podemos convertirnos en no-mujer.

Esto significa no seguir jugando al género, roles diferenciados, hipergamia, sacrificio por otros, promoción a través de otros. Pero, sobre todo, la mayor carga de la que las mujeres deben deshacerse es la de la reproducción. Sería necesario socializar la reproducción y no cargarla a las mujeres en detrimento de su realización personal.

Peggy Sastre. Ex utero: pour en finir avec le féminisme

La confesión

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Durante mucho tiempo el individuo se autentificó gracias a la referencia de los demás y a la manifestación de su vínculo con otro (familia, juramento de fidelidad, protección); después se lo autentificó mediante el discurso de verdad que era capaz de formular sobre sí mismo o que se le obligaba a formular. La confesión de la verdad se inscribió en el corazón de los procedimientos de individualización por parte del poder.

La confesión difundió hasta muy lejos sus efectos: en la justicia, en la medicina, en la pedagogía, en las relaciones familiares, en las relaciones amorosas, en el orden de lo más cotidiano, en los ritos más solemnes; se confiesan los crímenes, los pecados, los pensamientos y deseos, el pasado y los sueños, la infancia; se confiesan las enfermedades y las miserias; la gente se esfuerza en decir con la mayor exactitud lo más difícil de decir, y se confiesa en público y en privado, a padres, educadores, médicos, seres amados; y, en el placer o la pena, uno se hace a sí mismo confesiones imposibles de hacer a otro, y con ellas escribe libros.

La gente confiesa —o es forzada a confesar—. Cuando la confesión no es espontánea ni impuesta por algún imperativo interior, se la arranca; se la descubre en el alma o se la arranca al cuerpo. La obligación de confesar nos llega ahora desde tantos puntos diferentes, está tan profundamente incorporada a nosotros, que no la percibimos ya como el efecto de un poder que nos constriñe; al contrario, nos parece que la verdad, en lo más secreto de nosotros mismos, sólo “pide” salir a la luz; que si no lo hace es porque una coerción la retiene, porque la violencia de un poder pesa sobre ella, y no podrá articularse al fin sino al precio de una especie de liberación. 

Michel Foucault. Historia de la sexualidad

Reformarse

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Antes el problema era que el yo estaba alienado, ahora más bien que no lo está lo bastante, en el sentido de que nada le incita a negarse, a salir de su mundo subjetivo, a reformarse para dejarse involucrar en los intereses comunes. 

Javier Gomá Lanzón. Ejemplaridad pública 

La propia imagen

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Nunca sabremos por qué irritamos a la gente, que es lo que nos hace simpáticos, qué es lo que nos hace ridículos; nuestra propia imagen es nuestro mayor misterio. 

Milan Kundera. La Inmortalidad

La muchedumbre

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Una urbe como Londres, donde se puede andar durante horas sin siquiera arribar al inicio de un fin, tiene un matiz que desconcierta. Esta concentración ciclópea, esta acumulación de dos millones y medio de habitantes en un solo sitio, ha multiplicado cien veces la fuerza de estos dos millones y medio de hombres (…) Pero todo aquello que ello ha costado se descubre exclusivamente a continuación.

Tras vagar durante varias jornadas por las calles principales (…) se comprueba que estos londinenses se vieron compelidos a sacrificar lo mejor de su humanidad para concretar los milagros de civilización de los que su urbe está repleta (…) que un centenar de energías latentes en ellos se han conservado inertes y fueron acalladas (…). El hervidero de las calles tiene un matiz desagradable, algo frente a lo que el carácter humano se insubordina.

Estos cientos de miles de personas, de todas las clases y variedades que se entremezclan ¿no son todos hombres con iguales virtudes y capacidades y con igual interés en ser dichosos?… Empero se apresuran a adelantarse los unos a los otros, como si no tuvieran factor alguno en común, nada que hacer entre ellos; la única convención que tácitamente los reúne es la de que cada uno conserve su dirección a la derecha al ir por las calles, para que ambos flujos de muchedumbre no se estrellen entre sí. Empero, ninguno de ellos se permite dirigirles a los otros siquiera una mirada.

La indiferencia más bestial, el abroquelamiento indiferente de cada uno en torno de sus personales intereses se muestra más asqueroso y más ofende según más sujetos se apretujen en un más limitado sitio.

Friedrich Engels. Situación de la clase obrera en Inglaterra

La diferencia

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… la crítica política e ideológica del racismo también es una crítica formal, ya que solo se enfrenta a la obsesión racista de la diferencia sin enfrentarse a la diferencia como ilusión. … No existe una buena utilización de la diferencia. Es algo que revela no solo el racismo, sino todos los esfuerzos antirracistas y humanitarios de promoción y protección de la diferencia.

Jean Baudrillard. La transparencia del mal

Ideas de clase media

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Todos despotricamos contra las distinciones de clase, pero muy poca gente quiere abolirlas de verdad. Lo que nos lleva al importante hecho de que toda opinión revolucionaria extrae parte de su fuerza de la secreta convicción de que no se puede cambiar nada (…). El hecho que hay que afrontar es que abolir las distinciones de clase significa abolir una parte de ti. Aquí estoy yo, el típico miembro de la clase media. Para mí es muy fácil decir que quiero librarme de las distinciones de clase, pero casi todo lo que pienso y hago es el resultado de éstas. Todas mis ideas –mis ideas del bien y el mal, de lo agradable y lo desagradable, de lo divertido y lo serio, de lo feo y lo hermoso– son esencialmente ideas de clase media; mi gusto literario, en la comida y en el vestir, mi idea del honor, mis modales en la mesa, mis giros al hablar, mi acento, incluso los movimientos característicos de mi cuerpo, son los productos de un tipo especial de educación y de una ubicación concreta más o menos a medio camino de la jerarquía social. 

George Orwell. The Road to Wigan Pier

El sujeto endeudado

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Hay una serie de temporalidades asociadas al endeudamiento: para ser capaz de reembolsar la deuda (recordar la promesa realizada) uno ha de ser capaz de tener un comportamiento predecible, regular y calculador. Esto no sólo va en contra de cualquier revuelta futura, con su inevitable anulación de su capacidad de pagar; también implica la eliminación del recuerdo de rebeliones y actos de resistencia colectiva anteriores que trastocaron el normal flujo del tiempo y llevaron a comportamientos impredecibles.

Este sujeto endeudado se ve constantemente expuesto a la inspección evaluadora de los demás: estimaciones individualizadas y cumplimiento de objetivos en el trabajo, clasificaciones crediticias, entrevistas individuales para aquellos que reciben beneficios de créditos públicos. El sujeto se ve así obligado no sólo a demostrar que será capaz de pagar su deuda (y reembolsarla a la sociedad a través de un comportamiento correcto), sino también a demostrar las actitudes correctas y asumir la culpa individual por cualquier fracaso.

Ahí es donde la asimetría entre el acreedor y el deudor se vuelve palpable: el «empresario del yo» endeudado es más activo que el sujeto de los modos de gobierno anteriores y más disciplinarios; no obstante, privado como está de su capacidad de gobernar su tiempo, o de evaluar su comportamiento, su capacidad para la acción autónoma se ve seriamente restringida. 

Slavoj Žižek. Problemas en el paraíso

Los buenos burgueses

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En realidad, hace lo que hacen todos los buenos burgueses. Todos ellos nos dicen que la libre concurrencia, el monopolio, etc., en principio, es decir, considerados como ideas abstractas, son los únicos fundamentos de la vida, aunque en la práctica dejen mucho que desear. Todos ellos quieren la concurrencia, sin las funestas consecuencias de la concurrencia. Todos ellos quieren lo imposible, a saber: las condiciones burguesas de vida, sin las consecuencias necesarios de estas condiciones. Ninguno de ellos comprende que la forma burguesa de producción es una forma histórica y transitoria, como lo era la forma feudal. Este error proviene de que, para ellos, el hombre burgués es la única base posible de toda sociedad, proviene de que no pueden representarse ningún estado social en que el hombre hubiese dejado de ser burgués.

Karl Marx. Carta de Marx a Pavel Vasilyevich Annenkov

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