El sujeto se forma y se transforma en el discurso que comunica al otro.
Julia Kristeva. El lenguaje, ese desconocido
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
El sujeto se forma y se transforma en el discurso que comunica al otro.
Julia Kristeva. El lenguaje, ese desconocido
Cualquiera de nosotros puede ser el hombre que encuentra a su doble.
Friedrich Dürrenmatt. Der Doppelgänger
¡Cuéntame qué es para ti el dolor y te diré quién eres!
Ernst Jünger. Sobre el dolor
No tengas esperanza en algo mejor. Simplemente, sé mejor. Sé algo mejor. Sé más compasivo, más resiliente, más humilde, más disciplinado. Mucha gente añadiría lo de «sé más humano». Pero yo no: sé un mejor humano. Y tal vez, si tenemos suerte, algún día lleguemos a ser más que humanos.
Mark Manson. Todo está jodido
Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa.
Séneca. Sobre la felicidad
La palabra “confusión” es muy apropiada en este caso, ya que evoca la indiferenciación potencial del “caos”, y de eso se trata, ya que el individuo tiende a reducirse a su único aspecto sustancial, es decir, a lo que los escolásticos llamarían una “materia informe” en la que todo está en potencia y nada en acto, de modo que el término último, si se pudiera alcanzar, sería una verdadera “disolución” de todo lo que hay de realidad positiva en la individualidad; y debido a la extrema oposición entre uno y otro, esta confusión de seres en la uniformidad aparece como una parodia siniestra y “satánica” de su fusión en la unidad.
René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos
Hay que señalar en primer lugar que, a pesar de todas las malas interpretaciones occidentales de nociones como Moksha y Nirvana, la extinción del “yo” no es en absoluto una aniquilación del ser, sino que implica, por el contrario, una “sublimación” de sus posibilidades.
René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos
También podemos entender, a partir de estas últimas consideraciones, cómo la iniciación, tomando la profesión como “soporte”, tendrá al mismo tiempo, e inversamente en cierto modo, una repercusión en el ejercicio de esta profesión. El ser, en efecto, habiendo realizado plenamente las posibilidades de las que su actividad profesional no es más que una expresión externa, y poseyendo así el conocimiento efectivo de lo que es el principio mismo de esta actividad, realizará en adelante conscientemente lo que al principio no era más que una consecuencia “instintiva” de su naturaleza; y así, si el conocimiento iniciático nace para él de la profesión, ésta, a su vez, se convertirá en el campo de aplicación de este conocimiento, del que ya no podrá separarse. Habrá entonces una perfecta correspondencia entre el interior y el exterior, y la obra producida ya no será simplemente la expresión en cierto grado y de manera más o menos superficial, sino la expresión verdaderamente adecuada de la persona que la concibió y ejecutó, lo que constituirá una “obra maestra” en el verdadero sentido de la palabra.
René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos
Si el oficio es algo propio del hombre, y una manifestación o expansión de su propia naturaleza, es fácil comprender que pueda servir de base a una iniciación, e incluso que sea, en el caso general, lo más adecuado para este fin. En efecto, si el objetivo de la iniciación es esencialmente ir más allá de las posibilidades del individuo humano, no es menos cierto que solo puede tomar como punto de partida a este individuo tal como es, pero, por supuesto, tomándolo en cierto modo por su lado superior, es decir, apoyándose en lo que hay en él más propiamente cualitativo. De ahí la diversidad de vías iniciáticas, es decir, en definitiva, los medios utilizados como “soportes”, conforme a la diferencia de las naturalezas individuales, interviniendo esta diferencia tanto menos, por otra parte, cuanto más avanza el ser en su camino y se acerca así a la meta que es la misma para todos.
Los medios así empleados sólo pueden ser eficaces si corresponden realmente a la naturaleza misma de los seres a los que se aplican; y como es necesario proceder de lo más accesible a lo menos accesible, de lo exterior a lo interior, es normal tomarlos de la actividad por la que esta naturaleza se manifiesta en el exterior. Pero sobra decir que esta actividad sólo puede desempeñar tal papel en la medida en que traduce efectivamente la naturaleza interior; se trata, pues, de una verdadera cuestión de “cualificación”, en el sentido iniciático del término; y en condiciones normales, esta “cualificación” debería exigirse para el ejercicio de la propia profesión.
Esto concierne al mismo tiempo a la diferencia fundamental entre la enseñanza iniciática, e incluso más generalmente toda la enseñanza tradicional, y la enseñanza profana. Lo meramente “aprendido” del exterior no tiene aquí ningún valor, sea cual sea la cantidad de las nociones así acumuladas (pues también en esto se manifiesta claramente el carácter cuantitativo del “conocimiento” secular); de lo que se trata es del “despertar” de las posibilidades latentes que el ser lleva en sí mismo (y éste es, en esencia, el verdadero sentido de la “reminiscencia” platónica).
René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos
En la concepción tradicional, son las cualidades esenciales de los seres las que determinan su actividad; en la concepción profana, por el contrario, estas cualidades ya no se tienen en cuenta, considerándose a los individuos únicamente como “unidades” intercambiables y puramente numéricas.
René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos