La de hoy es, en cambio, una moral de monstruos en cuanto que tiene a la víctima en su centro, pero al monstruo como único principio activo; una moral que pretende identificarse (reconocerse, complacerse) no en lo que se hace, sino en lo que no se hace, declarándose no más fuerte, sino más débil que quien se equivoca y quedando, por tanto, potencialmente a su merced.
Daniele Giglioli. Crítica de la víctima