Siempre buscaremos en los escritores, y en particular en los novelistas, un fragmento de la verdad de este mundo al que somos arrojados y que nos angustia.
Bernard Maris. Houellebecq economista
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
Siempre buscaremos en los escritores, y en particular en los novelistas, un fragmento de la verdad de este mundo al que somos arrojados y que nos angustia.
Bernard Maris. Houellebecq economista
El mundo es independiente de mi voluntad.
Ludwig Wittgenstein. Tractatus Logico-Philosophicus
Hoy, uno de los tristes defectos de la sociedad es el defecto de la generalización. Se acostumbra a decir «los intelectuales» y «los escritores» como si fueran todos idénticos. Se acostumbra a decir «las mujeres» como si fueran todas iguales. Existe la costumbre de preguntarse y de preguntar cómo son hoy los jóvenes y cómo son los viejos. Se acostumbra también a llenar de méritos, de virtudes, de culpas y de deberes a las mujeres, los ancianos, los jóvenes y los intelectuales. En un lenguaje así, el mundo aparece dividido en batallones y escuadrillas. En realidad no existen tales escuadrillas. Cada ser humano tiene una fisonomía propia y una forma particular de estar en el mundo. Esto es algo obvio, pero parece que se ha olvidado.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos
Que nuestra añoranza de un mundo desaparecido es inútil, no cabe duda. En efecto, aquel mundo, tal como era, no podrá volver jamás. Y por otra parte, no está claro que eso sea lamentable. El hecho de que nosotros sintamos la necesidad de añorarlo, porque era el mundo que hospedaba nuestra juventud, no implica más que una inclinación sentimental, una debilidad de nuestro espíritu. Pero dicho esto, lo que también está claro es que al ser humano le resulta totalmente imposible establecer qué cosas le son útiles y qué cosas le son inútiles. El ser humano no lo sabe.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos
¿Por qué venir a Trude?, me preguntaba. Y ya quería irme. –Puedes remontar el vuelo cuando quieras –me dijeron–, pero llegarás a otra Trude, igual punto por punto, el mundo está cubierto por una única Trude que no empieza ni termina, solo cambia el nombre del aeropuerto.
Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles
El mundo es mi representación. Esa es la verdad que vale para cada ser viviente y pensante, aunque solo el hombre pueda llevarla al estado de conciencia reflexiva abstracta. Y cuando lo hace realmente, nace en él la reflexión filosófica. Entonces le resulta claro y cierto que no conoce sol ni tierra algunos, sino solamente un ojo que ve el sol, una mano que palpa la tierra.
Arthur Shopenhauer. El mundo como voluntad y representación.
Escribir es, pues, a la vez desvelar el mundo y proponerlo como una tarea al lector. Es recurrir a la conciencia de otro para hacerse reconocer como esencial a la totalidad del ser; es querer vivir esta esencialidad por medio de personas interpuestas; pero como por otra parte, el mundo real no se revela nada más que a la acción, como no se puede uno sentir allí nada más que sobrepasándolo para cambiarlo, al universo del novelista le faltaría espesor si no se le descubriera en un movimiento para trascenderlo.
Jean-Paul Sartre. Qu’ est-ce que la littérature?
Si se ha considerado la perversidad humana y se está pronto a indignarse ante ella, es preciso dirigir en seguida la mirada a la angustia de la existencia humana. Y recíprocamente, si la miseria os espanta, volved los ojos a la perversidad. Entonces se verá que una y otra se equilibran y se reconocerá la justicia eterna. Se verá que el mismo mundo es el juicio del mundo.
Arthur Schopenhauer. El amor, las mujeres y la muerte
El amor no es un poder superior que descienda sobre el hombre, ni tampoco un deber que se le haya impuesto; es su propio poder, por medio del cual se vincula a sí mismo con el mundo y lo convierte en realmente suyo.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis
¿Todos los siglos se han parecido al nuestro? ¿El hombre ha tenido siempre ante los ojos, como en nuestros días, un mundo donde nada está ligado, donde la virtud no tiene genio, y el genio no tiene honor; donde el amor por el orden se confunde con el gusto por los tiranos, y el culto sagrado de la libertad con el desprecio de las leyes; donde la conciencia no lanza más que una luz dudosa sobre las acciones humanas; donde ya nada parece prohibido, ni permitido, ni honesto, ni vergonzoso, ni verdadero, ni falso?
Alexis de Tocqueville. La democracia en América