Sabemos que preocuparnos es fútil, pero seguimos haciéndolo porque el hecho de llamarlo fútil no lo impide. Nos preocupamos porque nos sentimos inseguros y queremos la seguridad. Sin embargo, es perfectamente inútil decir que no deberíamos querer la seguridad. Aplicar insultos a un deseo no sirve para librarse de él. Lo que hemos de descubrir es que no existe la seguridad, que buscarla es doloroso y que cuando imaginamos haberla encontrado, no nos gusta.
En otras palabras, si podemos comprender realmente lo que buscamos –que la seguridad es aislamiento y lo que nos hacemos a nosotros mismos cuando la buscamos– veremos que no la queremos en absoluto. Nadie tiene que decirnos que no hemos de retener el aliento durante diez minutos. Sabemos que no nos es posible hacerlo y que el intento sería de lo más desagradable.
Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad