La diferencia entre el estoico mortificado pero todavía arrogante y egocéntrico, y el no mortificado hedonista, consiste en esto: el último, muelle flojo y, en el fondo, harto avergonzado de sí mismo carece de energía y móvil para hacer mucho daño excepto a su propio cuerpo, mente y espíritu; el primero, por tener todas las virtudes secundarias y mirar con desdén a los que no son como él, está moralmente equipado para desear y poder hacer daño en la mayor escala y con la conciencia perfectamente tranquila.
Aldous Huxley. La filosofía perenne