Cualquier actividad que transforma la manera en que percibimos la realidad es capaz de hacernos disfrutar; un hecho que explica la atracción que sentimos hacia las drogas de todas clases que “expanden la conciencia”, desde las setas mágicas al alcohol o a la actual caja de Pandora de los productos químicos alucinógenos. Pero la conciencia no puede expandirse, todo lo que podemos hacer es modificar sus contenidos, lo que nos da la impresión de haber logrado ensancharla de algún modo. Sin embargo, el precio de la mayoría de alteraciones artificialmente inducidas es la pérdida del control sobre la conciencia que quisimos expandir.
Mihaly Csikszentmihalyi. Fluir: una psicología de la felicidad