La turbación de nuestra alma es como la juzgara Lucrecio: Tal como tiemblan los niños y entre las tinieblas todo les da miedo, así nosotros temblamos a plena luz. Pues bien, ¿no son más insensatos que cualquier niño los que andan medrosos a plena luz? Pero Lucrecio es falso. No…
Los varones honrados se irritarán si se ultraja a los suyos; pero no harán lo mismo si no se les sirve bastante caliente una bebida, si rompen una copa o les salpican de lodo el calzado. Estas iras no las provoca el cariño, sino la debilidad. Séneca. Tratado sobre la ira