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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases de Aldous Huxley

La respuesta de la Filosofía Perenne

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Nuestro punto de partida ha sido la doctrina psicológica «Eso eres tú». La pregunta que ahora se presenta harto naturalmente es metafísica: «¿Qué es el Eso al cual el tú puede descubrirse afín?». A esto, la Filosofía Perenne plenamente desarrollada ha dado en todos los tiempos y en todos los sitios la misma respuesta. La divina Base de toda existencia es Un Absoluto espiritual, inefable en términos del pensamiento discursivo, pero (en ciertas circunstancias) susceptible de ser directamente experimentado y advertido por el ser humano. Este Absoluto es el Dios sin forma de la fraseología mística hindú y cristiana.

La última finalidad del hombre, la razón final de la existencia humana, es el conocimiento unitivo de la divina Base —el conocimiento que puede llegar tan sólo a los que están decididos a «morir para el yo» y de tal modo a hacer sitio, por así decirlo, a Dios. De cualquier generación de hombres y mujeres, muy pocos podrán alcanzar la finalidad última de la existencia humana; pero la oportunidad para llegar al conocimiento unitivo será, de uno u otro modo, continuamente ofrecida hasta que todos los seres sensibles adviertan Quiénes son realmente.

Aldous Huxley. La filosofía perenne

Tener cierto don para escribir

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Por tener cierto don para escribir de cierto modo, nos convertimos, hasta algún punto, en nuestro modo de escribir. Nos moldeamos a semejanza de nuestra marca particular de elocuencia.

Aldous Huxley. La filosofía perenne

Un placer superior al dolor

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El botín del reciente imperialismo tecnológico ha sido enorme; pero mientras tanto la némesis se ha encargado de que tuviéramos los disgustos con los gustos. Por ejemplo: la posibilidad de viajar en diez horas de Nueva York a Los Ángeles, ¿ha dado a la raza humana un placer superior al dolor producido por el lanzamiento de bombas y fuego? No hay método conocido para computar la cantidad de felicidad o bondad esparcida por el mundo.

Lo que es obvio, sin embargo, es que las ventajas obtenidas por recientes adelantos tecnológicos —o, según la fraseología griega, por recientes actos de la húbris dirigidos contra la Naturaleza— van generalmente acompañadas de correspondientes desventajas, que las ganancias en una dirección llevan aparejadas pérdidas en otras direcciones, y que cuando obtenemos algo es siempre por algo. Nunca podemos determinar si el resultado neto de estos laboriosos asientos de debe y haber es un auténtico Progreso en virtud, felicidad, caridad e inteligencia. Por no poder determinarse nunca la realidad del Progreso, los siglos XIX y XX tuvieron que tratarlo como un artículo de fe religiosa.

Aldous Huxley. La filosofía perenne

El lado más reputado del yo

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Confundiendo los medios con el fin, el puritano se ha creído santo porque es estoicamente austero. Pero la austeridad estoica es meramente la exaltación del lado más reputado del yo a expensas del que lo es menos.

Aldous Huxley. La filosofía perenne

Con la conciencia tranquila

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La diferencia entre el estoico mortificado pero todavía arrogante y egocéntrico, y el no mortificado hedonista, consiste en esto: el último, muelle flojo y, en el fondo, harto avergonzado de sí mismo carece de energía y móvil para hacer mucho daño excepto a su propio cuerpo, mente y espíritu; el primero, por tener todas las virtudes secundarias y mirar con desdén a los que no son como él, está moralmente equipado para desear y poder hacer daño en la mayor escala y con la conciencia perfectamente tranquila. 

Aldous Huxley. La filosofía perenne

Dominio de la lengua y los humores

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Y en lo que concierne a las relaciones sociales, la abnegación debería tomar la forma, no de exhibiciones de supuesta humildad, sino de dominio de la lengua y los humores: abstenerse de decir cosas poco caritativas o meramente frívolas (lo que significa, en la práctica, abstenerse de un cincuenta por ciento de la conversación ordinaria) y conducirse con calma y quieta alegría cuando las circunstancias externas o el estado de nuestros cuerpos nos predisponen a la ansiedad, melancolía o júbilo excesivo.

Aldous Huxley. La filosofía perenne

Una santa indiferencia

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Esta es, quizá, la más difícil de todas las mortificaciones: alcanzar una «santa indiferencia» hacia el éxito o fracaso temporal de la causa a la cual dedicó uno sus mayores energías. Si triunfa, bien; si es derrotada, también está bien, aunque sea de modos que, para una mente limitada y atada por el tiempo, son aquí y ahora enteramente incomprensibles.

Aldous Huxley. La filosofía perenne

Cultivar la inquietud

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La agitación sobre sucesos que no podemos modificar, sea que no hayan ocurrido todavía, sea que ocurran a una inaccesible distancia de nosotros, sólo consigue la inoculación al aquí y al ahora del mal remoto o presentido que es objeto de nuestra angustia. Escuchar cuatro o cinco veces al día las noticias radiadas y su comentario, leer el diario de la mañana y todos los semanarios y mensuales es llamado actualmente «tomar un inteligente interés en la política». San Juan de la Cruz lo habría llamado complacerse en ociosa curiosidad y en el cultivo de la inquietud por la inquietud. 

Aldous Huxley. La filosofía perenne

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