Pero el ser humano cree en el fondo que tiene razón, que los demás no lo comprenden o aceptan en su verdadera naturaleza, quiere que la realidad se adapte a él, que su cónyuge está equivocado y debe cambiar, que sus jefes no lo valoran, que sus padres no lo entienden, que sus hijos son egoístas, los médicos se equivocan de diagnóstico, en fin cualquier cosa antes que mudar de opinión o de flexibilizar sus posturas admitiendo la razón o las razones de otros. Esto sucede por una cosa que se llama narcisismo.
Nuestro concepto de nosotros mismos se halla investido con una especie de coraza de autoestima extrema que opera desde el otro lado de la trinchera de lo reprimido y que no tiene nada que ver con la autoestima psicológica. Su objetivo es enquistar nuestros defectos y hacerlos desaparecer de nuestra conciencia, pasando a un remoto lugar del inconsciente donde guardamos como tesoros, nuestras inmundicias secretas.
Francisco Traver. Consejos al joven terapeuta