Un instinto rudimentario del egoísmo debe existir en cada especie de los tres reinos naturales de la convencional clasificación escolástica. Las formas de cristalización, las formas de florecimiento en las plantas, las formas somáticas de los animales, son instintos del egoísmo separador, al cual tienden, sin éxito, todos los individuos y todas las unidades.
El caos, en el secreto cabalístico, excluye la idea de la combinación química y acentúa aquella de la separación como instinto, aproximándose a la mezcolanza. Si al Caos le hubiese sido agregado el principio femenino que existe y preside a las formas en el Universo, no hubiese tenido formas, porque aquello que preside la fusión de las sustancias de naturaleza separada es un principio femenino, al cual se le da el nombre de Amor entre los seres de forma humana.
Giuliano Kremmerz. El tarot y la filosofía