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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Autor: Italo Calvino

Las clasificaciones aceptadas

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Así como los primeros exploradores de América no sabían en qué momento recibirían un desmentido de sus expectativas o una confirmación de semejanzas aprendidas, así también podemos nosotros pasar sin darnos cuenta junto a fenómenos jamás vistos porque nuestros ojos y nuestras mentes están acostumbrados a elegir y catalogar sólo aquello que entra en las clasificaciones aceptadas. Tal vez se nos abre todos los días un Nuevo Mundo y no lo vemos.

Italo Calvino. Colección de arena

Repetir los signos

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La memoria es redundante: repite los signos para que la ciudad empiece a existir.

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

La extrañeza de lo que no eres

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Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía: la extrañeza de lo que no eres o no posees más, te espera al paso en los lugares extraños y no poseídos.

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

La respuesta que da a tu pregunta

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–También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya. –O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la esfinge.

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

Solo cambia el nombre del aeropuerto

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¿Por qué venir a Trude?, me preguntaba. Y ya quería irme. –Puedes remontar el vuelo cuando quieras –me dijeron–, pero llegarás a otra Trude, igual punto por punto, el mundo está cubierto por una única Trude que no empieza ni termina, solo cambia el nombre del aeropuerto. 

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

Imponer lo que es justo

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Debo llamar tu atención sobre una cualidad intrínseca de esta ciudad injusta que germina secretamente en la secreta ciudad justa: y es el posible despertar –como en un concitado abrirse de ventanas– de un amor latente por lo justo, todavía no sometido a reglas, capaz de recomponer una ciudad más justa aún de lo que había sido antes de convertirse en receptáculo de la injusticia. Pero si se explora aún más el interior de ese nuevo germen de lo justo, se descubre una manchita que se extiende como la inclinación creciente a imponer lo que es justo a través de lo que es injusto, y es este tal vez el germen de una inmensa metrópoli…

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

El carrusel de las fantasías

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Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría. 

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

De deseos y temores

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Ocurre con las ciudades lo que en los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un temor. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra.

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

Siguen dando su forma a los deseos

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Es inútil decidir si ha de clasificarse a Zenobia entre las ciudades felices o entre las infelices. No tiene sentido dividir las ciudades en estas dos clases, sino en otras dos: las que a través de los años y las mutaciones siguen dando su forma a los deseos y aquellas en las que los deseos, o logran borrar la ciudad, o son borrados por ella.

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

Solo eres su esclavo

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La ciudad se te aparece como un todo en el que ningún deseo se pierde y del que tú formas parte, y como ella goza de todo lo que tú no gozas, no te queda sino habitar ese deseo y contentarte. Tal poder, que a veces dicen maligno, a veces benigno, tiene Anastasia, ciudad engañosa: si durante ocho horas al día trabajas tallando ágatas ónices crisopacios, tu afán que da forma al deseo toma del deseo su forma, y crees que gozas de toda Anastasia cuando solo eres su esclavo.

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles

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