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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Un cristiano

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A fuerza de darle vueltas a este libro, comprendí que era muy difícil hacer hablar a la gente de su fe y que la pregunta «¿En qué cree usted, exactamente?» es una mala pregunta. Por otra parte, necesité un tiempo increíble para comprenderlo, pero de todos modos acabé admitiendo que era descabellado buscar cristianos para interrogarlos como a personas que han sido tomadas como rehenes, han sido alcanzadas por un rayo o son los únicos supervivientes de una catástrofe aérea. Porque a un cristiano lo he tenido al alcance de la mano durante varios años, tan cerca como es posible estarlo, puesto que era yo mismo.

Emmanuel Carrère. El Reino

Cierto para la humanidad

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Es una lástima que no podamos convocar nuestros recuerdos de la misma manera que visitamos un museo, pues el embeleso que sentimos delante de las obras primitivas, porque ofrecen de golpe una perfección formal y una calidad expresiva que igualan el arte de los siglos siguientes, que erróneamente se ha interpretado durante mucho tiempo como el fruto de la experiencia adquirida por las generaciones sucesivas, podríamos sentirlo igualmente ante los modelos elaborados por nuestra psique desde nuestra más temprana edad. Lo que es cierto para la humanidad lo es también para el individuo.

Catherine Millet. Celos

Nuestro tormento

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¿No ha habido nunca un psicólogo fantasioso que haya tomado prestado a la física el principio de los vasos comunicantes y estudiado las leyes según las cuales ocurre a veces que nuestro tormento esparce su agua negra sobre el mundo y no nos permite distinguir ya lo que sucede en él, mientras que otras veces son las emanaciones sofocantes del mundo las que penetran en nosotros y hacen rebrotar nuestra bilis?

Catherine Millet. Celos

Creer que son sueños

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Tales son las paradojas que fragua nuestra conciencia para permitirnos vivir nuestras contradicciones: mientras que algunos sueños impregnan nuestra realidad hasta el extremo de que se incrustan en ella como si fueran hechos probados, nuestro entendimiento, por el contrario, hace que experimentemos ciertos momentos de la vida presente como tan apartados de nuestro marco cotidiano que sería fácil creer que son sueños, o que ya pertenecen al pasado, lo cual nos autoriza a concederles tan poca importancia como si en efecto se tratara de quimeras o de viejos recuerdos. 

Catherine Millet. Celos

Una eternidad cerrada

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Yo recordaba los lugares de mi vida, los recordaba perfectamente, con una precisión quirúrgica, inútil. Mi memoria de las fechas era más dudosa, las fechas carecían de importancia, todo lo que ocurría, ocurría para la eternidad, ahora lo sabía, pero se trataba de una eternidad cerrada, inaccesible. 

Michel Houellebecq. Serotonina

Un ensueño de dos

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No creo equivocarme al comparar el sueño con el amor; no creo engañarme al comparar el amor con una especie de ensueño de dos, cierto que junto con instantes de ensueño individual, de pequeños juegos de conjunciones y cruces de caminos, pero que permiten, con todo, transformar nuestra existencia terrenal en un momento soportable, que incluso es, en verdad, el único medio de soportarla. 

Michel Houellebecq. Serotonina

Muchos vagabundos

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Imagino que hay muchos vagabundos que dan gracias a Dios por no ser vagabundos. Son igual que los turistas que se quejan de los turistas.

George Orwell. Sin blanca en París y Londres

Ricos y pobres

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Al pensar que la alternativa es alguna desolada utopía marxista, el hombre cultivado prefiere dejar las cosas como están. Es posible que su amigo el rico no le sea muy simpático, pero da por sentado que hasta el más vulgar de ellos se opone menos a sus placeres y es más parecido a él que los pobres, por lo que le conviene ponerse de su parte.

Este temor a una turba supuestamente peligrosa es la razón de que casi todas las personas inteligentes tengan ideas conservadoras. El miedo a la plebe es un temor supersticioso. Se basa en la idea de que hay alguna diferencia misteriosa y fundamental entre ricos y pobres, como si se tratase de dos razas diferentes.

George Orwell. Sin blanca en París y Londres

Un animal tan rastrero

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Creo que el instinto de perpetuar trabajos inútiles es, en el fondo, simple temor a la masa. La masa (o eso se tiende a pensar) es un animal tan rastrero que sería peligrosa si dispusiera de tiempo libre; es mejor tenerla tan ocupada que no pueda pensar. 

George Orwell. Sin blanca en París y Londres

Pedir perdón por algo que no has hecho

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Pedir perdón por una injusticia es, al fin y al cabo, aceptar cierta responsabilidad al respecto. No puede uno pedir perdón por algo que no ha hecho. Entonces, ¿cómo podría uno disculparse por algo que se hizo antes de que naciese?

Michael J. Sandel. Justicia

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