Al pensar que la alternativa es alguna desolada utopía marxista, el hombre cultivado prefiere dejar las cosas como están. Es posible que su amigo el rico no le sea muy simpático, pero da por sentado que hasta el más vulgar de ellos se opone menos a sus placeres y es más parecido a él que los pobres, por lo que le conviene ponerse de su parte.
Este temor a una turba supuestamente peligrosa es la razón de que casi todas las personas inteligentes tengan ideas conservadoras. El miedo a la plebe es un temor supersticioso. Se basa en la idea de que hay alguna diferencia misteriosa y fundamental entre ricos y pobres, como si se tratase de dos razas diferentes.
George Orwell. Sin blanca en París y Londres