La única libertad que merece este nombre es la de buscar nuestro propio bien a nuestra propia manera, en tanto que no intentemos privar de sus bienes a otros, o frenar sus esfuerzos para obtenerla. Cada cual es el mejor guardián de su propia salud, sea física, mental o espiritual….
Independencia absoluta
Ningún hombre puede, en buena lid, ser obligado a actuar o a abstenerse de hacerlo, porque de esa actuación o abstención haya de derivarse un bien para él, porque ello le ha de hacer más dichoso, o porque, en opinión de los demás, hacerlo sea prudente o justo. Éstas son…
La única razón legítima
El único objeto, que autoriza a los hombres, individual o colectivamente, a turbar la libertad de acción de cualquiera de sus semejantes, es la propia defensa; la única razón legítima para usar de la fuerza contra un miembro de una comunidad civilizada es la de impedirle perjudicar a otros; pero…
Capaces de quemar a los magos
Otro gran principio determinante de las reglas de conducta—para la acción y para la abstención—, ha sido el servilismo de la especie humana ante las supuestas preferencias o aversiones de sus dueños temporales o de sus dioses. Tal servilismo, aunque egoísta en esencia, no es precisamente hipocresía, y ha dado…
Una clase dominante
A veces su razón, otras sus prejuicios y supersticiones, a menudo sus afecciones sociales y no pocas veces las antisociales, la envidia o los celos, la arrogancia o el desprecio: pero lo más común es que al hombre le guíe su propio interés, sea legítimo o ilegítimo. Dondequiera que exista…
La preferencia personal
Para el hombre medio, su preferencia personal no sólo es una razón perfectamente satisfactoria, sino también la única de donde proceden todas sus nociones de moralidad, de gustos y conveniencias no inscritas en su credo religioso; es incluso su guía principal en la interpretación de éste. John Stuart Mill. Sobre la…
No se puede esclavizar
De todas las criaturas de Dios, solo hay una que no se puede esclavizar con la correa. El gato. Mark Twain
El carácter es el destino
El carácter (ethos) es, para los hombres, su destino (daimon). Heráclito de Éfeso
Conocer el propio destino
¿Y qué hay de la adivinación? Si por tal entendemos no tanto la predicción de acontecimientos como la comprensión del destino, entonces la adivinación no consiste sino en la revelación del proceso alquímico. […] Conocer el propio destino implica reconocer la propia índole. Sallie Nichols. Jung y el tarot
La resistencia a la masa organizada
La resistencia a la masa organizada solo podrá oponerla el hombre que esté tan bien organizado en su individualidad como la misma masa. Carl Gustav Jung. El secreto de la flor de oro