¿No puede admirarse en ti la agudeza de ingenio? Sea: pero tendrás otras cualidades, por las cuales no podrás disculparte, alegando: fui mal dotado. Conquístalas, pues, que dependen únicamente de tu arbitrio: la inalterabilidad, la gravedad, la resistencia, la continencia, la aceptación del destino, la moderación en los deseos, la benevolencia, la libertad, la sencillez, la seriedad, la magnanimidad. ¿No comprendes cómo podrías adquirir ahora estas cualidades, sin escudarte con el pretexto de una incapacidad natural o de insuficiente aptitud? Y en tanto, permaneces deliberadamente por debajo de tus posibilidades.
¿Acaso cuando murmuras de la vida, cuando te ases a ella, cuando te ensoberbeces, cuando echas la culpa de todo a la fragilidad de tu cuerpo, cuando buscas complacerte, cuando alardeas presuntuosamente, cuando tu alma experimenta todas estas oscilaciones, lo haces obligado por cortedad de aptitudes naturales? Por los dioses, que no. Podías, tiempo ha, librarte de estos males, acusándote únicamente, en todo caso, de una demasiada lentitud de espíritu, de una excesiva indolencia en fijar tu aplicación. Pero sobre todo conviene también ejercitarte en ello, sin preocuparte ni estar bien hallado con esta inercia espiritual.
Marco Aurelio. Meditaciones