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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases de Límites

La gente era mía

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Las calles eran mías, el templo era mío, la gente era mía. Eran míos los cielos, lo mismo que el sol y la luna y las estrellas, y todo el mundo era mío, y yo el único espectador que gozaba de él. Nada sabía de groseras propiedades, ni fronteras ni divisiones; pues todas las propiedades y las divisiones eran mías; míos los tesoros y quienes los poseían. Y así me corrompieron con muchas alharacas y hube de aprender las sucias triquiñuelas de este mundo, que ahora desaprendo para volver, por así decirlo, a convertirme en un chiquillo a quien se le permita entrar en el reino de Dios.

Thomas Traherne

Trazar un límite mental

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Cuando uno responde a la pregunta «¿Quién soy?», sucede algo muy simple. Cuando describe o explica quién «es», incluso cuando se limita a percibirlo interiormente, lo que en realidad está haciendo, a sabiendas o no, es trazar una línea o límite mental que atraviesa en su totalidad el campo de la experiencia, y a todo lo que queda dentro de ese límite lo percibe como «yo mismo» o lo llama así, mientras siente que todo lo que está por fuera del límite queda excluido del «yo mismo». En otras palabras, nuestra identidad depende totalmente del lugar por donde tracemos la línea limítrofe. 

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

El mundo real no tiene fronteras

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Jamás se encontrará algo cóncavo sin algo convexo, porque –como todos los opuestos– ambos están predestinados a estar siempre en íntimo y recíproco contacto. Lo importante es que la totalidad de las líneas que encontramos en la naturaleza, e incluso las que trazamos nosotros mismos, no distinguen simplemente los diferentes opuestos, sino que también los vinculan en una unidad inseparable. En otras palabras, una línea no es una demarcación, porque una línea, ya sea mental, natural o lógica, no sólo divide y separa sino que también une y aproxima. Por otra parte, las fronteras son puras ilusiones: fingen separar lo que de hecho no es separable. En este sentido, el mundo real contiene líneas, pero no tiene fronteras.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

El talento

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El talento es como un músculo: si no hay nada contra lo que empujar, se atrofia.

Robert McKee. El guion

Conocer aquello que ves

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Se trata de establecer si vemos lo que conocemos, o bien si conocemos lo que vemos. La inmensa mayoría de los seres humanos solo ve lo que ya conoce. Esto es, reduce lo nuevo que ve a esquemas, conceptos, imágenes y modelos explicativos ya establecidos y experienciados. Son muy pocos, porque es verdaderamente difícil, aquellos que se dan a la tarea de conocer aquello que ven. 

Carlos Eduardo Maldonado Castañeda. Turbulencias y otras complejidades

Los límites del mundo

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Todo el mundo toma los límites de su propia visión como los límites del mundo.

Arthur Schopenhauer 

Romper el horizonte

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La persona común está no solo contenta sino orgullosa de permanecer dentro de los límites indicados y las creencias populares constituyen la razón de temer tanto el primer paso dentro de lo inexplorado. Así los marinos de las atrevidas carabelas de Colón rompieron el horizonte del espíritu medieval, navegando, como lo pensaban, en el océano sin límites del ser inmortal que rodea el Cosmos, como una interminable serpiente mitológica que se muerde la cola, y sin embargo, tuvieron que ser convencidos y empujados como niños, porque temían los fabulosos leviatanes, las sirenas, los reyes dragones y otros monstruos de las profundidades. Las mitologías populares pueblan con engañosas y peligrosas presencias cada lugar desierto fuera del tránsito normal de la aldea.

Joseph Campbell. El héroe de las mil caras

Bailar en el pueblo de al lado

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Sin embargo, una de las más provechosas máximas de Goethe es esta: la felicidad es la limitación; ser feliz consiste en limitarse. Pero el hombre raramente se limita; aspira siempre a tener más. Según los poetas elegíacos antiguos, esta tendencia humana a la ilimitación es debida a que el hombre es un animal melancólico y triste, dominado constantemente por el tedio: de aquí que el hombre sea por afán de cambiar —para matar el tiempo— un constante destructor de su propia obra y de su propia vida. Porque a más querer más tristeza, a más deseo más dolor, a más posesión más destrucción. Mucho más triste que bailar en el propio pueblo es bailar en el pueblo de al lado.

Josep Pla. Viaje en autobús

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