Mi ideal era observar la absurda agitación del mundo sin participar en ella, con la sonrisa superior de alguien al que nada puede afectarle. En realidad estaba aterrorizado.
Emmanuel Carrère. El Reino
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
Mi ideal era observar la absurda agitación del mundo sin participar en ella, con la sonrisa superior de alguien al que nada puede afectarle. En realidad estaba aterrorizado.
Emmanuel Carrère. El Reino
No cabe la menor duda de que los peligros psicológicos, a través de los cuales eran guiadas las generaciones anteriores por medio de los símbolos y ejercicios espirituales de su herencia mitológica y religiosa, ahora (si no somos creyentes o, si lo somos, en la medida en que nuestras creencias heredadas no representan los problemas reales de la vida contemporánea) debemos enfrentarlos solos, o en el mejor de los casos con una tentativa, impromptu, y a menudo sin una guía efectiva. Este es nuestro problema como individuos modernos, “ilustrados”, para quienes todos los dioses y los demonios han sido racionalizados como inexistentes.
Joseph Campbell. El héroe de las mil caras
La persona común está no solo contenta sino orgullosa de permanecer dentro de los límites indicados y las creencias populares constituyen la razón de temer tanto el primer paso dentro de lo inexplorado. Así los marinos de las atrevidas carabelas de Colón rompieron el horizonte del espíritu medieval, navegando, como lo pensaban, en el océano sin límites del ser inmortal que rodea el Cosmos, como una interminable serpiente mitológica que se muerde la cola, y sin embargo, tuvieron que ser convencidos y empujados como niños, porque temían los fabulosos leviatanes, las sirenas, los reyes dragones y otros monstruos de las profundidades. Las mitologías populares pueblan con engañosas y peligrosas presencias cada lugar desierto fuera del tránsito normal de la aldea.
Joseph Campbell. El héroe de las mil caras
No avanzar, permanecer donde estamos, retroceder, en otras palabras, apoyarnos en lo que tenemos, es muy tentador, porque sabemos lo que tenemos; podemos aferrarnos y sentirnos seguros en ello. Sentimos miedo, y en consecuencia evitamos dar un paso hacia lo desconocido, hacia lo incierto; porque, desde luego, aunque dar un paso no nos parece peligroso después de darlo, antes de hacerlo nos parecen muy peligrosos los aspectos desconocidos, y por ello nos causan temor. Solo lo viejo, lo conocido, es seguro, o por lo menos así parece. Cada paso nuevo encierra el peligro de fracasar, y esta es una de las razones por las que se teme a la libertad.
Erich Fromm. Tener o ser
La mayoría de la gente está convencida de que, mientras no se la obligue a algo mediante la fuerza externa, sus decisiones le pertenecen, y que si quiere algo, realmente es ella quien lo quiere. Pero se trata tan solo de una de las grandes ilusiones que tenemos acerca de nosotros. Gran número de nuestras decisiones no son realmente nuestras, sino que nos han sido sugeridas desde afuera; hemos logrado persuadirnos a nosotros mismos de que ellas son obra nuestra, mientras que, en realidad, nos hemos limitado a ajustamos a la expectativa de los demás, impulsados por el miedo al aislamiento y por amenazas aún más directas en contra de nuestra vida, libertad y conveniencia.
Erich Fromm. El miedo a la libertad
La desocupación de muchos millones de personas debido a la crisis en la estructura económica, ha aumentado su sentimiento de inseguridad. Aun cuando la ayuda al desocupado por medio de recursos públicos haya hecho mucho para compensar las consecuencias del paro forzoso, tanto desde el punto de vista económico como del psicológico, siempre queda en pie el hecho de que para la gran mayoría del pueblo el quedar desocupado constituye una carga muy difícil de soportar psicológicamente, y el terror a la desocupación no deja de ensombrecer toda su vida. Tener un empleo —cualquiera que sea— parece resumir para mucha gente todo cuanto puede pedirse a la vida y constituir algo por lo que debe experimentarse gratitud. La desocupación ha aumentado también el miedo a la vejez.
Erich Fromm. El miedo a la libertad
La prerrogativa de la infancia: moverse sin dificultad entre la magia y el puré de patatas, entre el terror sin límites y la alegría explosiva.
Ingmar Bergman. Linterna mágica
La vigilancia se halla degradada a su función de custodiar bienes, mientras que el interés general no es más que una junta de egoísmos, simpáticas emociones colectivas y miedo al prójimo.
Joël Roman. La démocratie des individus
La economía nos ha contaminado. Tenemos miedo. Deseamos evitar toda alienación y toda dependencia de otros, vivimos en un mundo en el que el mayor lujo consiste en conseguir medios de evitar a los demás.
Bernard Maris. Houellebecq economista
Si las cosas que dan placer a los viciosos les liberaran de los terrores de la mente ante los fenómenos celestes, del miedo a la muerte y los sufrimientos, y además les enseñaran el límite de los deseos, no tendríamos nada que reprocharles a ellos, rebosantes por doquier de placeres y alejados siempre del dolor y el pesar, de lo que es, en definitiva, el mal.
Epicuro. El sabio camino hacia la felicidad: Diógenes de Enoanda y el gran mural epicúreo de Carlos García Gual.