No cabe la menor duda de que los peligros psicológicos, a través de los cuales eran guiadas las generaciones anteriores por medio de los símbolos y ejercicios espirituales de su herencia mitológica y religiosa, ahora (si no somos creyentes o, si lo somos, en la medida en que nuestras creencias heredadas no representan los problemas reales de la vida contemporánea) debemos enfrentarlos solos, o en el mejor de los casos con una tentativa, impromptu, y a menudo sin una guía efectiva. Este es nuestro problema como individuos modernos, “ilustrados”, para quienes todos los dioses y los demonios han sido racionalizados como inexistentes.
Joseph Campbell. El héroe de las mil caras