Sería, desde luego, muy hermoso que existiera un Padre omnipotente y una Providencia que cuidara de cada uno de nosotros, pero que no deja de ser curioso que esta construcción corresponda tan exactamente a lo que podemos desear cuando somos niños. Que la raíz del deseo religioso es la nostalgia del padre y el fantasma infantil de ser el centro del mundo.
Emmanuel Carrère. El Reino