El espectáculo de la obra inacabada atrae al hombre libre tan poderosamente como el látigo impulsa al esclavo.
Simone Weil. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
El espectáculo de la obra inacabada atrae al hombre libre tan poderosamente como el látigo impulsa al esclavo.
Simone Weil. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social
En todas partes, en diferentes grados, la imposibilidad de relacionar lo que se da con lo que se recibe ha matado el sentido del trabajo bien hecho, el sentimiento de responsabilidad; ha suscitado la pasividad, el abandono, el hábito de esperar todo del exterior, la creencia en los milagros. Hasta en el campo, el sentimiento de un lazo profundo entre la tierra que alimenta al hombre y el hombre que trabaja la tierra se ha borrado en gran medida desde que el gusto por la especulación, las variaciones imprevisibles de la moneda y de los precios han habituado al campesino a volver su mirada hacia la ciudad.
El obrero no tiene conciencia de ganar en un acto de producción; simplemente la empresa lo esclaviza diariamente durante largas horas y le otorga cada semana una suma de dinero que le da el poder mágico de conseguir en un instante productos prefabricados exactamente como hacen los ricos. La presencia de innumerables desocupados, la cruel necesidad de mendigar un puesto, hacen que el salario parezca menos un salario que una limosna.
Simone Weil. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social
Igualmente nos engañaríamos suponiendo que la opresión deja de ser ineluctable desde que las fuerzas productivas están lo suficientemente desarrolladas para asegurar a todos el bienestar y el ocio. Aristóteles admitía que no habría ya ningún obstáculo para la supresión de la esclavitud si los trabajos indispensables pudieran ser asumidos por “esclavos mecánicos”, y Marx, cuando trató de anticipar el porvenir de la especie humana, no hizo más que retomar y desarrollar esta concepción. Sería justa si los hombres estuvieran guiados por la consideración del bienestar; pero desde la época de La Iliada hasta nuestros días, las exigencias insensatas de la lucha por el poder quitan hasta el tiempo libre para pensar en el bienestar.
Simone Weil. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social
El movimiento obrero pudo dar la ilusión de poder cuando se trató de contribuir a liquidar los vestigios del feudalismo, a establecer la dominación capitalista sea bajo la forma de capitalismo privado, sea como capitalismo de Estado, como en el caso de Rusia; ahora que su papel ha concluido en ese terreno y que la crisis plantea el problema de la toma efectiva del poder por las masas trabajadoras, se desmorona y se disuelve con una rapidez que rompe el corazón de los que habían puesto en él su fe.
Sobre estas ruinas se desarrollan interminables controversias que solo pueden apaciguarse con las fórmulas más ambiguas, pues entre todos los hombres que aún se obstinan en hablar de revolución no hay dos que atribuyan a ese término el mismo contenido. Y no tiene nada de asombroso. La palabra “revolución” es una palabra por la cual se mata, se muere, se envían las masas populares a la muerte, pero que no tiene ningún contenido.
Simone Weil. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social
Todo lo que nace, proviene necesariamente de una causa, porque sin causa nada puede nacer. Cuando un obrero, con la vista fija en lo que no cambia, trabaja conforme a este modelo y se esfuerza en reproducir la idea y la virtud del mismo, hace necesariamente una obra bella; y por el contrario, si sólo se fija en aquello que pasa, y trabaja conforme a un modelo perecible, no hace nada que sea bello.
Platón. El Timeo
Todos los hombres que viven en los tiempos democráticos contraen más o menos los hábitos intelectuales de las clases industriales y comerciantes; su espíritu toma un aspecto serio, calculador y positivo; se aparta de buen grado del ideal para dirigirse hacia algún objetivo visible y cercano que se presenta como el natural y necesario objeto de sus deseos. La igualdad no destruye así la imaginación; pero la limita y no le permite volar más que a ras de suelo. No hay nada menos soñador que los ciudadanos de una democracia, y apenas los hay que se quieran abandonar a estas contemplaciones ociosas y solitarias que de ordinario preceden y que producen las grandes agitaciones del corazón.
Alexis de Tocqueville. La democracia en América
Mientras el trabajador aplica cada vez más su inteligencia al estudio de un solo detalle, el amo pasea cada día su mirada sobre un conjunto más vasto, y su espíritu se extiende en la misma proporción que el del otro encoge…
El uno se parece cada vez más al administrador de un vasto imperio, y el otro a una bestia. El amo y el trabajador no tienen aquí, pues, nada parecido, y difieren cada día más. Solo se aguantan como las dos anillas extremas de una larga cadena. Cada uno ocupa un lugar hecho para él y que no abandona. Uno se encuentra en una dependencia continua, estrecha y necesaria del otro, y parece nacido para obedecer, como el otro para mandar. ¿Qué es esto sino la aristocracia?
Alexis de Tocqueville. La democracia en América
Por otra parte, siempre hay en las democracias un gran número de hombres con una fortuna que crece, pero con deseos que crecen mucho más deprisa que la fortuna, y que se comen con los ojos los bienes que ésta les promete mucho antes de que los dé. Estos buscan por todos lados abrirse caminos más cortos hacia estos goces próximos.
De la combinación de estas dos causas resulta que siempre hay en las democracias una multitud de ciudadanos con necesidades por encima de los recursos y que de buen grado accederían a satisfacer de manera incompleta antes que renunciar absolutamente al objeto codiciado. El trabajador entiende fácilmente estas pasiones, porque él mismo las comparte. En las aristocracias, intentaba vender sus productos muy caros a unos cuantos; ahora entiende que habría un medio más expeditivo de enriquecerse: venderlos baratos a todo el mundo…
Cuando solo los ricos tenían relojes, casi todos eran excelentes. Ahora apenas se hacen que no sean mediocres, pero todo el mundo tiene. Así, la democracia no solo tiende a dirigir el espíritu humano hacia las artes útiles; lleva los artesanos a hacer muy rápidamente muchas cosas imperfectas, y al consumidor a contentarse con estas cosas.
Alexis de Tocqueville. La democracia en América
Un número creciente de individuos se siente desconcertado y confundido acerca de todo, ya sea el trabajo, la política o la moral y, lo que es peor, cree que esta confusión constituye un estado normal de la mente. Se sienten aislados, aturdidos e impotentes; no experimentan la vida en función de sus propios pensamientos, emociones y percepciones sensorias, sino en función de las vivencias que se supone deben tener. En estas personas autómatas, no obstante que la duda activa ha desaparecido, su lugar ha sido ocupado por la indiferencia y el relativismo.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis
A pesar de todo el énfasis que la sociedad moderna ha puesto en la felicidad, en la individualidad y en el propio interés, ha enseñado al hombre a sentir que no es su felicidad (o si queremos usar un término teológico, su salvación) la meta de la vida, sino su éxito o el cumplimiento de su deber de trabajar. El dinero, el prestigio y el poder se han convertido en sus incentivos y sus metas. Actúa bajo la ilusión de que sus acciones benefician a sus propios intereses, aunque de hecho sirve a todo lo demás, menos a los intereses de su propio ser. Todo tiene importancia para él, excepto su vida y el arte de vivir. Existe para todo, excepto para sí mismo.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis