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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Autor: Alexis de Tocqueville

El gusto por las bellas artes

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No creo que el efecto necesario del estado social democrático y de las instituciones democráticas sea disminuir el número de los hombres que cultivan las bellas artes; pero estas causas influyen poderosamente sobre la manera en que son cultivadas. Como la mayor parte de los que ya habían cogido el gusto por las bellas artes se convierten en pobres, y, por otra parte, muchos de los que no son aún ricos empiezan a concebir, por imitación, el gusto por las bellas artes, la cantidad de consumidores en general crece, y los consumidores muy ricos y muy refinados pasan a ser algo más raro. Entonces ocurre en las bellas artes algo análogo a lo que ya había mostrado cuando he hablado de las artes útiles. Multiplican sus obras y disminuyen el mérito de cada una …

Los pintores del Renacimiento buscaban de ordinario grandes temas por encima de ellos o lejos de su tiempo que dejaran a su imaginación una amplia extensión. Nuestros pintores dedican a menudo su talento a reproducir los detalles de la vida privada que tienen siempre delante, y copian de todos lados pequeños objetos de los que hay una buena cantidad de originales en la naturaleza.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Relojes baratos

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Por otra parte, siempre hay en las democracias un gran número de hombres con una fortuna que crece, pero con deseos que crecen mucho más deprisa que la fortuna, y que se comen con los ojos los bienes que ésta les promete mucho antes de que los dé. Estos buscan por todos lados abrirse caminos más cortos hacia estos goces próximos.

De la combinación de estas dos causas resulta que siempre hay en las democracias una multitud de ciudadanos con necesidades por encima de los recursos y que de buen grado accederían a satisfacer de manera incompleta antes que renunciar absolutamente al objeto codiciado. El trabajador entiende fácilmente estas pasiones, porque él mismo las comparte. En las aristocracias, intentaba vender sus productos muy caros a unos cuantos; ahora entiende que habría un medio más expeditivo de enriquecerse: venderlos baratos a todo el mundo…

Cuando solo los ricos tenían relojes, casi todos eran excelentes. Ahora apenas se hacen que no sean mediocres, pero todo el mundo tiene. Así, la democracia no solo tiende a dirigir el espíritu humano hacia las artes útiles; lleva los artesanos a hacer muy rápidamente muchas cosas imperfectas, y al consumidor a contentarse con estas cosas. 

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Las dos tendencias de la igualdad

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Veo muy claramente en la igualdad dos tendencias: una que lleva el espíritu de cada hombre hacia pensamientos nuevos, y la otra que lo reduce fácilmente a no pensar más. Y veo que, bajo el imperio de ciertas leyes, la democracia ahogará la libertad intelectual que el estado social democrático favorece, de tal manera que, después de haber destruido todos los obstáculos que antiguamente le imponían las clases o los hombres, el espíritu humano se encadenará estrechamente a las voluntades generales de la mayoría.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Entre la servidumbre y el libertinaje

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En Europa hay naciones en las que el habitante se considera como una especie de colono indiferente al destino del lugar donde vive. Los cambios más grandes sobrevienen en su país sin su contribución; no sabe ni siquiera qué ha pasado con exactitud; lo imagina; ha oído contar el evento por azar. Más aún, la fortuna de su ciudad, el aseo de su calle, la suerte de su iglesia y de su rectoría no le afectan en absoluto; piensa que todas estas cosas no le conciernen, y que pertenecen a un poder extraño que se llama el gobierno. Disfruta de estos bienes como un usufructuario, sin sentido de propiedad y sin ideas de mejora de ningún tipo.

Este desinterés por él mismo llega tan lejos que si su propia seguridad o la de sus hijos se ve finalmente comprometida, en vez de ocuparse de alejar el peligro, pliega los brazos para esperar a que la nación entera le ayude. Este hombre, por otra parte, aunque haya hecho un sacrificio tan completo de su libre albedrío, no ama más que otro la obediencia. Se somete, ciertamente, a la voluntad de un funcionario; pero se complace en hacer frente a la ley como un enemigo vencido luego que la fuerza se retira.

Por eso vemos que oscila constantemente entre la servidumbre y el libertinaje. Cuando las naciones llegan a este punto, deben modificar sus leyes y sus costumbres, o desaparecer, porque la fuente de las virtudes públicas se han secado: aún se encuentran súbditos, pero ya no hay ciudadanos.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Nada parece prohibido

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¿Todos los siglos se han parecido al nuestro? ¿El hombre ha tenido siempre ante los ojos, como en nuestros días, un mundo donde nada está ligado, donde la virtud no tiene genio, y el genio no tiene honor; donde el amor por el orden se confunde con el gusto por los tiranos, y el culto sagrado de la libertad con el desprecio de las leyes; donde la conciencia no lanza más que una luz dudosa sobre las acciones humanas; donde ya nada parece prohibido, ni permitido, ni honesto, ni vergonzoso, ni verdadero, ni falso?

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

El coraje y la energía

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La sociedad está tranquila, no porque tenga conciencia de su fuerza y ​​de su bienestar, sino, al contrario, porque se cree débil y frágil; tiene miedo de morir haciendo un esfuerzo; todos notan las cosas que van mal, pero nadie tiene el coraje y la energía necesarios para buscar una mejora; se tiene deseos, pesares, tristezas y alegrías que no producen nada de visible ni duradero, semejantes a pasiones de viejos que acaban en la impotencia.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

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