Los suburbios están poblados de difusas cantidades de personas buenas, cándidas, pobres, desvalidas, angélicas y de algún que otro caimán de dentadura afilada y de fauces siniestras. Esta cosa incierta, plástica como el cieno, desordenada y caótica que tienen los suburbios, forma un líquido en el que los caimanes viven espléndidamente. El suburbio es el bajo fondo de la ciudad, pero más laxo, más impune, más libre. Sobre sus paredes torvas y monótonas, evaporadas en una uniformidad que no tiene ya remedio, el ángel y la bestia luchan con la astucia y la violencia en silencio, encarnizadamente.
Josep Pla. Viaje en autobús