La libertad de expresión es deseable, pero, como todos los deseos (incluido el deseo del pornógrafo, incluido el deseo que impulsa a MacKinnon, incluido el deseo que impulsa el presente texto), el deseo de libertad es intrincado, no se conoce del todo a sí mismo, no puede permitirse conocerse del todo. Ni las prohibiciones legales de la representación pornográfica ni el clima desalentador de la censura o la desaprobación social del cual MacKinnon se muestra bien consciente impedirán que los escritores serios exploren las áreas más oscuras de la experiencia humana. La pregunta es simplemente a qué precio para ellos, y si se quiere aumentar ese precio.
J.M. Coetzee. Contra la censura