La razón quiere decidir lo que es justo; la ira quiere que se tome por justo lo que ella decide.
Séneca. Tratado sobre la ira
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
La razón quiere decidir lo que es justo; la ira quiere que se tome por justo lo que ella decide.
Séneca. Tratado sobre la ira
Los varones honrados se irritarán si se ultraja a los suyos; pero no harán lo mismo si no se les sirve bastante caliente una bebida, si rompen una copa o les salpican de lodo el calzado. Estas iras no las provoca el cariño, sino la debilidad.
Séneca. Tratado sobre la ira
Existen ciertas cosas que en su principio dependen de nosotros; cuando avanzan, nos arrastran por sus propias fuerzas y no permiten retroceso.
Séneca. Tratado sobre la ira
La memoria es redundante: repite los signos para que la ciudad empiece a existir.
Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles
Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía: la extrañeza de lo que no eres o no posees más, te espera al paso en los lugares extraños y no poseídos.
Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles
En la vida ocurre como en el ajedrez. En ambos hacemos un plan, pero queda absolutamente condicionado a lo que en el ajedrez quiera hacer el contrincante y en la vida el destino. Las modificaciones que surgen tras ello son con frecuencia tan importantes que nuestro plan, al realizarse, apenas es reconocible salvo en algunos rasgos básicos.
Arthur Schopenhauer. El Arte de ser feliz
A cada argumento que establezca dogmáticamente algo, opongamos un argumento que plantee el tema de forma dogmática, que sea equivalente en cuanto a credibilidad o no credibilidad y lo contradiga.
Sexto Empírico. Esbozos pirrónicos
Ser comprendidos significa ser tomados y aceptados por lo que somos. El peligro más triste que corremos con las personas no es tanto que no vean o no amen nuestras cualidades, sino que por el contrario supongan que nuestras cualidades reales han hecho proliferar en nosotros numerosas cualidades que no existen en absoluto.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos
Ser mujeres, ser judíos, ser o convertirse en homosexuales, es como haber nacido en un país o en otro. La persona adulta debe extraer de los orígenes que le ha asignado el destino, el máximo provecho posible y la mayor cantidad posible de conocimiento de su propia tierra. Pero a las humillaciones, opresiones y persecuciones que la sociedad ha infligido o inflige a las mujeres, a los homosexuales o a los judíos, estos están obligados a responder como si las humillaciones, opresiones y persecuciones no les ofendieran solo a ellos, sino a toda la colectividad de los hombres. Están obligados a responder no con la miserable combatividad del orgullo injuriado, sino con la indiferencia a los propios hechos personales y territoriales que distingue a la auténtica y adulta libertad.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos
Detestamos y nos produce horror el orgullo ideológico cuando adquiere forma de orgullo patriótico. Lo reconocemos entonces en toda su impudicia. Es horrible porque es irreal. Es horrible también y sobre todo porque es una fuente de odio, porque busca a su alrededor armas para matar a sus propios enemigos, y separa un país de los otros muchos países, lo separa colmándolo de ideológicas vanidades y realidades. El orgullo de sexo en los movimientos femeninos es muy parecido al orgullo patriótico, porque asume sus rasgos, sus aspectos agresivos y facciosos, su grotesca e irreal combatividad.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos