Ser mujeres, ser judíos, ser o convertirse en homosexuales, es como haber nacido en un país o en otro. La persona adulta debe extraer de los orígenes que le ha asignado el destino, el máximo provecho posible y la mayor cantidad posible de conocimiento de su propia tierra. Pero a las humillaciones, opresiones y persecuciones que la sociedad ha infligido o inflige a las mujeres, a los homosexuales o a los judíos, estos están obligados a responder como si las humillaciones, opresiones y persecuciones no les ofendieran solo a ellos, sino a toda la colectividad de los hombres. Están obligados a responder no con la miserable combatividad del orgullo injuriado, sino con la indiferencia a los propios hechos personales y territoriales que distingue a la auténtica y adulta libertad.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos