Por los campos de Dios el loco avanza. Tras la tierra esquelética y sequiza, rojo de herrumbre y pardo de ceniza, hay un sueño de lirio en lontananza. Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano! ¿¡Carne triste y espíritu villano!? No fue por una trágica amargura esta alma errante desgajada y rota; purga un pecado ajeno: la cordura, la terrible cordura del idiota.
Antonio Machado. Un loco