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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Tema: Cultura

La vida sencilla

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Hay una indiscutible dignidad en la vida sencilla de la gente. ¿Acaso ganarse el pan cotidiano es un esfuerzo menor que la creación artística? Las tareas diarias del panadero, del mecánico, del médico… ¿tienen un contenido más despreciable que el de la creación cultural? La mediocridad reside en toda pretensión de excelencia que, sin embargo, no se desapega de la banalidad: la fama efímera, las teorías esnobs, la propaganda…

Josep Maria Esquirol. La resistencia íntima

Un pantano de ansiedad y apatía

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Cuando las personas empiezan a pensar que el progreso es inevitable y que la vida es fácil, pueden perder rápidamente el valor y la determinación a la hora de enfrentarse a los primeros signos de la adversidad. Y mientras se dan cuenta de que lo que creían no era del todo verdad, abandonan la fe en todo lo demás que habían aprendido. Faltos del apoyo al que estaban acostumbrados gracias a los valores culturales que poseían, se hunden en un pantano de ansiedad y apatía.

Mihaly Csikszentmihalyi. Fluir: una psicología de la felicidad

Escudos frente al caos

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Cada cultura desarrolla con el tiempo sus instrumentos protectores (religiones, filosofías, artes y comodidades) que sirven de escudo frente al caos. Nos ayudan a creer que tenemos el control de lo que está sucediendo y nos proporcionan razones para sentirnos satisfechos con lo que nos ha tocado vivir. Pero estos escudos sólo son efectivos un cierto tiempo; tras unos cuantos siglos, a veces sólo tras unas cuantas décadas, una religión o creencia pierden su valor y ya no ofrecen el apoyo espiritual que daban antes.

Mihaly Csikszentmihalyi. Fluir: una psicología de la felicidad

Jugar y ganar de formas diferentes

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Los ganadores, obviamente, tienen más probabilidades de justificar la jerarquía y los perdedores, de criticarla. Pero la búsqueda colectiva de cualquier objetivo valorado produce una jerarquía (puesto que a algunos les irá mejor y a otros peor, sea lo que sea lo que se busque) y es la búsqueda de objetivos lo que en gran parte otorga a la vida su significado fundamental. Experimentamos casi todas las emociones que hacen que la vida resulte profunda e interesante como consecuencia de nuestro satisfactorio progreso hacia algo que deseamos profundamente y que valoramos. El precio que pagamos por nuestra implicación es la inevitable creación de jerarquías de éxitos, mientras que la consecuencia inevitable es la diferencia de resultados. La igualdad absoluta requeriría, pues, el sacrificio del propio valor y entonces no habría nada por lo que mereciera la pena vivir. Por el contrario, podemos señalar con gratitud que una cultura compleja y sofisticada permite muchos juegos y muchos jugadores que ganan, y que una cultura bien estructurada permite a aquellos individuos que la componen jugar y ganar de formas muy diferentes.

Jordan Peterson. 12 reglas para vivir: un antídoto al caos

La enfermedad de Baumol

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Interpretar un cuarteto de cuerdas de Haydn lleva tanto tiempo en el siglo XXI como lo hacía en el siglo XVIII: ¡no se ha logrado ninguna reducción! A eso se le llama en ocasiones la “enfermedad de Baumol”, en honor de uno de los economistas que describieron por primera vez ese dilema, y el hecho de que se le considere como una patología revela mucho sobre nuestra actitud con respecto al tiempo y el escaso valor que otorgamos en Occidente al proceso, el desarrollo y la maduración.

Marcia Bjornerud. Conciencia del tiempo.

La etnicidad se convierte en especia

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La mercantilización de la Otredad ha tenido éxito porque se ofrece como un nuevo placer, más intenso, más satisfactorio que las formas normales de hacer y de sentir. En la cultura de las mercancías, la etnicidad se convierte en especia, en condimento que puede dar sabor al insípido plato que es la cultura dominante.

Marco d’Eramo. El selfie del mundo

Los patrones espirituales

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La historia muestra que tales comunidades han adquirido en su desarrollo unos patrones no sólo exteriores, sino también espirituales de orientación y comportamiento. Y en los patrones espirituales que hemos podido reconocer, lo que ha desempeñado casi siempre el papel decisivo ha sido su relación con una conexión significativa de la totalidad, más allá de lo que puede verse o experimentarse de forma inmediata. Solamente dentro de esos patrones espirituales, del ethos que prevalece en su comunidad, puede el hombre adquirir los puntos de vista que le permiten configurar su propia conducta allí donde se requiere algo más que una mera reacción frente a una concreta situación externa; es ahí donde se decide en primer término la cuestión de los valores. Pero no sólo la ética, como sea: toda la vida cultural de la comunidad viene también gobernada por esos patrones espirituales. Sólo dentro de su esfera se hace visible por primera vez la íntima conexión entre lo bueno, lo bello y lo verdadero, y sólo aquí resulta posible hablar por primera vez de la vida del individuo como de algo dotado de sentido.

Ken Wilber. Cuestiones cuánticas (fragmento de Werner Heisenberg)

Acusar al griego

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Si hoy se acusa al inglés de generar tantos neologismos y préstamos que contaminan nuestras lenguas romances, ¿quién levantaría la mano para acusar al griego de haber hecho lo mismo (y más que de sobra)?

Andrea Marcolongo. Etimologías para sobrevivir al caos

La cultura es exigente

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El animal humano es muy perezoso, probablemente muy primitivo en sus gustos, mientras que la cultura es exigente, es cruel por el trabajo que requiere.

George Steiner. En el castillo Barba Azul. Aproximación a un nuevo concepto de cultura

Remedios para los nervios

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El hombre de cultura se cree, claro está, inmensamente elevado por encima de esas cosas. Pero a menudo se halla, durante su vida entera, identificado con los padres, identificado con sus afectos y prejuicios, y afirma del otro, impúdicamente, lo que no quiere ver en sí mismo. Precisamente tiene todavía también un resto de inconsciencia inicial, es decir, de indiferenciación de sujeto y objeto.

En virtud de esa inconsciencia es afectado mágicamente por incontables hombres, cosas y circunstancias, o sea, incondicionalmente influido; está colmado casi tanto de contenidos perturbadores como el primitivo, y por consiguiente emplea igual cantidad de magia apotropéyica. Pero sus prácticas mágicas no las realiza más con bolsitas medicinales, amuletos y sacrificios animales, sino con remedios para los nervios, neurosis, “ilustración”, cultos de la voluntad, etc.

Carl Gustav Jung. El secreto de la flor de oro

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