
No cabe la menor duda de que un santo debe evitar el alcohol, la carne, etcétera, pero, de la misma manera, los seres humanos también deben tratar de evitar la santidad.
George Orwell. Ensayos
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
No cabe la menor duda de que un santo debe evitar el alcohol, la carne, etcétera, pero, de la misma manera, los seres humanos también deben tratar de evitar la santidad.
George Orwell. Ensayos
El proceso de creación de enemigos parece cumplir con una función muy importante: la atribución inconsciente y cruda a nuestros enemigos de aquellos rasgos que nos resultan especialmente intolerables de nosotros mismos. Desde un punto de vista psicológico, el proceso de creación de un enemigo parece originarse en una proyección de nuestra sombra sobre aquellas personas que –debido a razones frecuentemente muy abstrusas– se adecuan a la imagen que tenemos de lo inferior. Basta simplemente con pensar en aquellas personas a quienes despreciamos o contra quienes albergamos algún tipo de prejucio para caer presa de los aspectos más turbios de nuestra naturaleza.
Connie Zweig y Jeremiah Abrams. Encuentro con la sombra
Nosotros consideramos que los delincuentes comunes encarnan todos los rasgos negativos indeseables mientras creemos que nosotros somos «justos», buenos y observadores de la ley. ¿Pero se debe a qué somos personas naturalmente buenas o a que tenemos miedo a que nos «encierren»?
Jerry Fyerkenstad. ¿Quiénes son los criminales?
Nuestros delincuentes son personas que no pueden –o no quieren– crear oro utilizando los mismos procedimientos que la mayoría hemos decidido que son los correctos. Son aquellos que nos venden cosas que pretendemos no desear: cocaína, sexo, estéreos, bicicletas y automóviles «a precios casi regalados». Son aquéllos que están desesperados por su fracaso para alcanzar el «oro» siguiendo los criterios que los demás consideramos adecuados y viven explotando los reinos ocultos de la naturaleza humana que la mayoría negamos hipócritamente. De este modo, creemos erróneamente que al eliminar a los delincuentes nos libraremos también de nuestros propios vicios. Pero esta alternativa es imposible porque lamentablemente ignoramos que nuestros vicios encierran algo esencial para la naturaleza humana, algo que no puede ser encarcelado, abandonado o sacrificado sino que debe ser asumido, comprendido y trabajado alquímicamente.
Jerry Fyerkenstad. Encuentro con la sombra
Con el peso de los años y el aprendizaje de la vida, uno ha llegado a la conclusión de que todo es cambiante, fluido, tornasolado. Esto no es perder la fe. Por el contrario, es aumentarla, porque es creer en más cosas, en más ideas, en más hombres, en un más rico muestrario de posibilidades y, en fin, en una superación ilimitada de la condición humana. Y que siempre es mejor bordear el precipicio o la cumbre a esperar que suenen las trompetas de Jericó o a que llegue un Moisés que tienda un puente sobre el abismo. Por supuesto también, uno ya no aborrece ciegamente a los fanáticos, sino que siente lástima de ellos, porque lo contrario sería ser fanático de algo, aunque sea del antifanatismo. Y no, claro. No se merecen esa capitulación siquiera.
Ángel Mª De Lera. Los Fanáticos
¿No has tenido nunca la sensación de que dentro de ti había algo que sólo esperaba que le dieras una oportunidad para salir al exterior? ¿Una especie de energía adicional que no empleas, como el agua que se desploma por una cascada en lugar de caer a través de las turbinas?
Aldous Huxley. Un mundo feliz
Si la libertad de ideas es la más alta actividad de la mente humana, entonces la supresión de esa actividad debe ser lo más degradante para nosotros como seres humanos. Eurípides definió como esclavo al hombre que ha perdido su libertad de pensar o de opinar. Toda autocracia es, pues, una espléndida fábrica para producir esclavos. Todo gobierno autocrático, cualquier sea su forma, es intelectualmente retrógrado. Lo hemos visto en la Edad Media en general, y en la Inquisición en particular. Los políticos o los clérigos miopes pueden pensar que la uniformidad de creencias contribuye a la paz y al orden, pero históricamente la consecuencia es siempre deprimente y degradante para el carácter humano. Tales autócratas deben tener un gran desprecio por el pueblo en general, cuando no se reducen a ordenar la conducta externa de una nación sino que proceden también a regimentar los pensamientos y creencias íntimos del pueblo. Tienen una ingenua convicción de que las mentes humanas aguantarán esa uniformidad (…). No puede hacerse así, sencillamente, y si los que controlan el pensamiento van muy lejos en esto de marchar contra la naturaleza humana, siembran con ello las simientes de su propia caída.
Lin Yutang
Atreverse a exponer lo que es mortal e inseguro al azar, la muerte y el peligro, aunque solo sea por una cáscara de huevo… ¿No hay algo en esto? —preguntó el Salvaje, mirando a Mustafá Mond—. Dejando aparte a Dios, aunque, desde luego, Dios sería una razón para obrar así. ¿No tiene su hechizo el vivir peligrosamente? —Ya lo creo —contestó el Interventor—. De vez en cuando hay que estimular las glándulas suprarrenales de hombres y mujeres. —¿Cómo? —preguntó el Salvaje, sin comprender. —Es una de las condiciones para la salud perfecta. Por esto hemos impuesto como obligatorios los tratamientos de S.P.V. —¿S.P.V.? —Sucedáneo de Pasión Violenta. Regularmente una vez al mes. Inundamos el organismo con adrenalina. Es un equivalente fisiológico completo del temor y la ira. Todos los efectos tónicos que produce asesinar a Desdémona o ser asesinado por Otelo, sin ninguno de sus inconvenientes. —Es que a mí me gustan los inconvenientes. —A nosotros, no —dijo el Interventor—. Preferimos hacer las cosas con comodidad. —Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado. —En suma —dijo Mustafá Mond—, usted reclama el derecho a ser desgraciado. —Muy bien, de acuerdo —dijo el Salvaje, en tono de reto—. Reclamo el derecho a ser desgraciado. —Esto, sin hablar del derecho a envejecer, a volverse feo e impotente, el derecho a tener sífilis y cáncer, el derecho a pasar hambre, el derecho a ser piojoso, el derecho a vivir en el temor constante de lo que pueda ocurrir mañana; el derecho a pillar un tifus; el derecho a ser atormentado. Siguió un largo silencio. —Reclamo todos estos derechos —concluyó el Salvaje. Mustafá Mond se encogió de hombros. —Están a su disposición —dijo.
Aldous Huxley. Un mundo feliz
El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente, el miedo ahuyenta al amor. Y no solo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y solo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.
Aldous Huxley
Debido a que el presente es siempre un período de penoso cambio, cada generación tiene una visión del mundo en el pasado: Medusa es vista a través de un escudo lustrado: el espejo retrovisor.
Marshall McLuhan. La aldea global