El partidismo es siempre algo sentimental, no intelectual.
René Guénon. Oriente y Occidente
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
El partidismo es siempre algo sentimental, no intelectual.
René Guénon. Oriente y Occidente
El siglo XX nos habrá enseñado que ninguna doctrina es por sí misma necesariamente liberadora: todas pueden caer en desviaciones, todas pueden pervertirse, todas tienen las manos manchadas de sangre: el comunismo, el liberalismo, el nacionalismo, todas las grandes religiones, y hasta el laicismo. Nadie tiene el monopolio del fanatismo, y, a la inversa, nadie tiene tampoco el monopolio de lo humano.
Amin Maalouf. Identidades asesinas
La Razón, incluida por supuesto la Razón literaria, no sueña: piensa. Los monstruos no son hijos de la Razón, sino del irracionalismo, de la mitología y de la teología, de la sofística y de la verborrea, de la retórica sin contenidos materiales y de las ideologías de ignorantes y nigromantes de todo tiempo y lugar (cuyo número, como comúnmente suele decirse, es infinito).
Los seres humanos no podrían resistir sin lo que Ibsen llamó «las mentiras de la vida». Un pensamiento limitado a proposiciones lógicas, óptimamente expresado de forma no verbal, o a realidades demostrables, sería locura. La creatividad humana, la vivificadora capacidad de negar los dictados de lo orgánico, de decir «no» incluso a la muerte, depende íntegramente de pensar y de imaginar contrafactualmente.
Inventamos modos alternativos de ser, otros mundos, utópicos o infernales. Reinventamos el pasado y «soñamos hacia delante». Pero estos experimentos-pensamientos, por indispensables y magníficamente dinámicos que sean, no dejan de ser ficciones. Alimentan religiones e ideologías, la libido está rebosante de ellos (los «lunáticos, amantes y poetas» de Shakespeare). El lenguaje trata constantemente de imponer un dominio sobre el pensamiento.
George Steiner. Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento
Se espera que hasta el más humilde de los miembros del Partido sea competente, laborioso e incluso inteligente —siempre dentro de límites reducidos, claro está—, pero siempre es preciso que sea un fanático ignorante y crédulo en el que prevalezca el miedo, el odio, la adulación y una continua sensación orgiástica de triunfo. En otras palabras, es necesario que ese hombre posea la mentalidad típica de la guerra. No importa que haya o no haya guerra y, ya que no es posible una victoria decisiva, tampoco importa si la guerra va bien o mal.
George Orwell. 1984
En vez de limpiar su propio corazón, el fanático trata de limpiar el mundo.
Joseph Campbell. El héroe de las mil caras
El nacionalismo, el patriotismo de las grandes agrupaciones históricas, cuando no es hijo de la fantasía literaria de los grandes centros urbanos, suele ser producto impuesto a la larga por la cultura coercitiva de los grandes terratenientes, de los landlords, de los señores feudales, de los explotadores de los latifundios.
Miguel de Unamuno. En torno al casticismo: y otros ensayos
Si nos limitamos a considerar solamente las necesidades económicas, en lo que respecta a las personas «normales», si no alcanzamos a ver el sufrimiento del individuo automatizado medio, entonces no nos habremos dado cuenta del peligro que amenaza a nuestra cultura desde su base humana: la disposición a aceptar cualquier ideología o cualquier líder, siempre que prometan una excitación emocional y sean capaces de ofrecer una estructura política, y aquellos símbolos que aparentemente dan significado y orden a la vida del individuo. La desesperación del autómata humano es un suelo fértil para los propósitos políticos del fascismo.
Erich Fromm. El miedo a la libertad
La relación del sujeto con la cultura es, sin duda, de aprendizaje y de adquisición, pero no de auto-justificación: porque la cultura no debe servirle para construir una imagen de su yo en busca de reconocimiento —si eso ocurre, se trataría de un uso pervertido de la cultura (el nazismo procedió de esa perversión)—.
François Jullien. La identidad cultural no existe
Se trata también de una ideología hecha a la medida de la nueva sociedad de consumidores. Representa el mundo como un almacén de objetos de consumo potenciales, la vida humana como una búsqueda perpetua de gangas, su propósito como la máxima satisfacción de consumidor, y el éxito en la vida como un aumento del propio valor de mercado del individuo. Ampliamente aceptada y firmemente adoptada, desestima distintas filosofías de la vida con un simple «No hay alternativa». Tras degradar y hacer callar a sus competidores, se convierte verdaderamente, en la memorable expresión de Pierre Bourdieu, en la pensée unique.
Zygmunt Bauman. El arte de la vida