Las palabras que surgen saben de nosotros lo que nosotros ignoramos de ellas.
René Char
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
Las palabras que surgen saben de nosotros lo que nosotros ignoramos de ellas.
René Char
Los seres humanos no podrían resistir sin lo que Ibsen llamó «las mentiras de la vida». Un pensamiento limitado a proposiciones lógicas, óptimamente expresado de forma no verbal, o a realidades demostrables, sería locura. La creatividad humana, la vivificadora capacidad de negar los dictados de lo orgánico, de decir «no» incluso a la muerte, depende íntegramente de pensar y de imaginar contrafactualmente.
Inventamos modos alternativos de ser, otros mundos, utópicos o infernales. Reinventamos el pasado y «soñamos hacia delante». Pero estos experimentos-pensamientos, por indispensables y magníficamente dinámicos que sean, no dejan de ser ficciones. Alimentan religiones e ideologías, la libido está rebosante de ellos (los «lunáticos, amantes y poetas» de Shakespeare). El lenguaje trata constantemente de imponer un dominio sobre el pensamiento.
George Steiner. Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento
La situación conocida como cultura de masas tiene lugar en el momento histórico en que las masas entran como protagonistas en la vida social y participan en las cuestiones públicas. Estas masas han impuesto a menudo un ethos propio, han hecho valer en diversos períodos históricos exigencias particulares, han puesto en circulación un lenguaje propio, han elaborado, pues, proposiciones que emergen de abajo. Pero, paradójicamente, su modo de divertirse, de pensar, de imaginar, no nace de abajo: a través de las comunicaciones de masa, todo ello le viene propuesto en forma de mensajes formulados según el código de la clase hegemónica.
Tenemos, así, una situación singular: una cultura de masas en cuyo ámbito un proletariado consume modelos culturales burgueses creyéndolos una expresión autónoma propia. Por otro lado, una cultura burguesa —en el sentido en que la cultura «superior» es aún la cultura de la sociedad burguesa de los últimos tres siglos— identifica en la cultura de masas una «subcultura» con la que nada la une, sin advertir que las matrices de la cultura de masas siguen siendo las de la cultura «superior».
Umberto Eco. Apocalípticos e integrados
¿Por qué negarse a ser específicos, cuando especificar el problema nos permitiría solucionarlo? Porque especificar el problema significa admitir su existencia. Porque así te permites saber lo que quieres, digamos, de un amigo o de tu pareja; y entonces sabrás, de forma clara, negro sobre blanco, lo que no te están dando; y eso hará daño de manera aguda y específica. Pero aprenderás algo y lo utilizarás en el futuro. Y la alternativa de ese dolor agudo es la molestia sorda de la desesperanza continua, del fracaso difuso y del sentimiento de que el tiempo, el valioso tiempo, se te escapa de las manos.
Jordan Peterson. 12 reglas para vivir: un antídoto al caos
Hoy, uno de los tristes defectos de la sociedad es el defecto de la generalización. Se acostumbra a decir «los intelectuales» y «los escritores» como si fueran todos idénticos. Se acostumbra a decir «las mujeres» como si fueran todas iguales. Existe la costumbre de preguntarse y de preguntar cómo son hoy los jóvenes y cómo son los viejos. Se acostumbra también a llenar de méritos, de virtudes, de culpas y de deberes a las mujeres, los ancianos, los jóvenes y los intelectuales. En un lenguaje así, el mundo aparece dividido en batallones y escuadrillas. En realidad no existen tales escuadrillas. Cada ser humano tiene una fisonomía propia y una forma particular de estar en el mundo. Esto es algo obvio, pero parece que se ha olvidado.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos
Además de su lengua materna, en el pasado los escolares aprendían una sola lengua, el latín: no tanto una lengua muerta como el stimulus artístico incomparable de una lengua enteramente filtrada por una literatura. Hoy aprenden inglés, y lo aprenden como un esperanto que ha triunfado, es decir, como el camino más corto y más cómodo para la comunicación trivial: como un abrelatas, un passe-partout universal. Se trata de una gran diferencia que no puede dejar de tener consecuencias: hace pensar en la puerta inventada tiempo atrás por Duchamp, que solo abría una habitación cerrando otra.
Julien Gracq. Le Monde des Livres
Las palabras más antiguas de nuestra lengua son como las casas habitadas por fantasmas. El nuevo propietario puede esforzarse todo lo que quiera en no subir al desván (o en no bajar al sótano), en no abrir aquella puerta y en encender siempre la luz por la noche. Los susurros de quien llegó antes atraviesan las paredes; no hay lámpara que disperse las sombras. O recuerdan la caja de los ilusionistas. Abierta, parece vacía. La cierras, la vuelves a abrir, y sale la paloma blanca con su característico batir de alas.
Nicola Gardini. Viva el latín! Historias y belleza de una lengua inútil
Para nosotros, el «ocio» es un holgazanear, un pasar el tiempo instalados en la vacuidad. En la mentalidad romana, el otium es una manera de vivir; es lo opuesto al negotium, la actividad política o pública en general, y se identifica con el estudio y la contemplación. Entre ambos ideales fluye una tensión muy conflictiva. En teoría, deberían compensarse; en la práctica, son mutuamente excluyentes.
Nicola Gardini. Viva el latín! Historias y belleza de una lengua inútil
¡Ver claro!… ¡ver claro! Solo vería claro un puro pensador, que en vez de lenguaje usara álgebra, y que pudiese libertarse de su propia humanidad, es decir, un ser insustancial meramente objetivo, un no ser, en fin. Mal que pese a la razón, hay que pensar con la vida, y mal que pese a la vida, hay que racionalizar el pensamiento.
Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida
Los que han tenido el raro privilegio de amar de verdad sabrán siempre distinguir la diferencia de intensidad y de respeto que existe entre pensar como «nosotros dos» y pensar como «nosotros»; pero ya no lo saben decir. A decir verdad, para ello se necesitaría el dual del griego antiguo.
Andrea Marcolongo. La lengua de los Dioses: Nueve razones para amar el griego