El hombre pobre debe caminar para conseguir carne para su estómago, el hombre rico debe conseguir un estómago para su carne.
Benjamin Franklin. Almanaque del pobre Richard
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
El hombre pobre debe caminar para conseguir carne para su estómago, el hombre rico debe conseguir un estómago para su carne.
Benjamin Franklin. Almanaque del pobre Richard
Imagino que hay muchos vagabundos que dan gracias a Dios por no ser vagabundos. Son igual que los turistas que se quejan de los turistas.
George Orwell. Sin blanca en París y Londres
Al pensar que la alternativa es alguna desolada utopía marxista, el hombre cultivado prefiere dejar las cosas como están. Es posible que su amigo el rico no le sea muy simpático, pero da por sentado que hasta el más vulgar de ellos se opone menos a sus placeres y es más parecido a él que los pobres, por lo que le conviene ponerse de su parte.
Este temor a una turba supuestamente peligrosa es la razón de que casi todas las personas inteligentes tengan ideas conservadoras. El miedo a la plebe es un temor supersticioso. Se basa en la idea de que hay alguna diferencia misteriosa y fundamental entre ricos y pobres, como si se tratase de dos razas diferentes.
George Orwell. Sin blanca en París y Londres
He aquí otra teoría alternativa: a lo largo de la historia, tanto los hombres como las mujeres lucharon de forma titánica en pos de la libertad desde los estremecedores horrores de la privación y la necesidad. A menudo las mujeres se encontraban en desventaja en esa lucha, puesto que tenían las mismas vulnerabilidades que los hombres, a las que se sumaban la carga reproductiva y una menor fuerza física.
Además de la suciedad, la miseria, la enfermedad, el hambre, la crueldad y la ignorancia que caracterizaban las vidas de ambos sexos antes del siglo XIX (cuando incluso en el mundo occidental la gente subsistía con lo que hoy equivaldría a un dólar o un euro), las mujeres también tenían que lidiar con la importante molestia práctica que supone la menstruación, la elevada probabilidad de un embarazo no deseado, el riesgo de muerte o de graves daños durante el parto y la carga que representaban demasiados niños pequeños.
Quizá esto constituya motivo suficiente para explicar el diferente trato a hombres y mujeres a nivel legal y práctico que caracterizaba a la mayor parte de las sociedades antes de las recientes revoluciones tecnológicas, entre las que se incluye la invención de la píldora anticonceptiva. Por lo menos se trata de elementos que habría que tomar en consideración antes de dar por hecho como verdad aceptada que los hombres oprimieron a las mujeres.
Jordan Peterson. 12 reglas para vivir: un antídoto al caos
Los suburbios están poblados de difusas cantidades de personas buenas, cándidas, pobres, desvalidas, angélicas y de algún que otro caimán de dentadura afilada y de fauces siniestras. Esta cosa incierta, plástica como el cieno, desordenada y caótica que tienen los suburbios, forma un líquido en el que los caimanes viven espléndidamente. El suburbio es el bajo fondo de la ciudad, pero más laxo, más impune, más libre. Sobre sus paredes torvas y monótonas, evaporadas en una uniformidad que no tiene ya remedio, el ángel y la bestia luchan con la astucia y la violencia en silencio, encarnizadamente.
Josep Pla. Viaje en autobús
En una sociedad sinóptica de adictos compradores/espectadores, los pobres no pueden desviar los ojos: no tienen hacia dónde desviarlos. Cuanto mayor es la libertad de la pantalla y más seductora es la tentación que provocan las vidrieras, tanto más profunda se vuelve la sensación de empobrecimiento de la realidad, tanto más sobrecogedor se vuelve el deseo de saborear, aunque sea por un momento, el éxtasis de elegir. Cuanto más numerosas parecen ser las opciones de los ricos, tanto menos soportable resulta para todos una vida sin capacidad de elegir.
Zygmunt Bauman. Modernidad líquida